CÁÑAMO, del hispanolatino CANNହBUM (lat. CANNହBIS) íd.
1.ª doc.: 11701.
La forma CANNABUM es la empleada por San Isidoro (Etym. XIX, xxvii, 3); se explica fácilmente el cambio de terminación flexiva por tratarse de voz de origen extranjero (gr. κάνναβις), y por lo tanto sin tradición constante en el idioma; comp. it. cànapo, frprov. chenevo. La alteración de la -B- latina en -m- es debida a una propagación de la nasalidad, ya documentada en el S. XI por fuentes cristianas (vid. abajo cañamar) y por las formas hispanoárabes q-nâm (glosario botánico de h. 1100: Asín, 60-61), q-nnam (Abenbuclárix), q-n-m (Abenalauam, I, 49.20, ms. de Leyden, según nota marginal de Dozy), qínnam (PAlc). Pero no hay por qué buscar un origen arábigo a esta alteración, según quiere Dozy, Gloss., 247: se trata del mismo caso que en JAC֊BUS > it. Giàcomo, fr. ant. (> ingl.) James, oc. ant., cat. ant. Jacme, cat. Jaume, arag. Jaime, fenómeno fonético favorecido por la rareza de las terminaciones latinas esdrújulas en -BUS. Lo mismo ocurrió en el cat. cànem (mall. cànyom), port. ant. cánamo (también cánabo, cáneve, alcánave, vid. C. Michaëlis, RL XIII, 288-9); el port. mod. cânhamo es castellanismo, debido a la fama del cáñamo español en Portugal. Lo mismo en gallego: Sarm. CaG. 65v, 94r, sólo registraba canabo (cánabo Cuveiro, etc.), pero ya Vall. y el DAcG. sólo registran el castellanismo cáñamo (no sé si existe un intermedio cáñabo que Crespo achaca a una fuente que no la registra). Comp. además Baist, ZRPh. XXVIII, 105ss.
DERIV.
Cañamar ‘sitio sembrado de cáñamo’ [1043, Oelschl.; otros testimonios de este siglo en M. P., Oríg., 301]. Cañamazo [Nebr.]. Cañameño. Cañamero; gall. ferrolano -meiro ‘adival: soga grande de cáñamo o de cerdas, para atar en el carro paja o costales’ (Sarm. CaG. 221v), seguramente de canameiro, sentido popularmente como un compuesto de cana ‘caña’ (que se eliminó por no corresponder al material). Cañamiza. Cañamón [Nebr.]; cañamonado, cañamoncillo, cañamonero.
Canabíneo, derivado culto.
1 Otro ej. antiguo de cánnamo en los Aranceles santanderinos del S. XIII (RFE VIII, 11). ↩