BULTO, tomado del lat. vŭltus ‘rostro’: este latinismo se aplicó primeramente a las imágenes que representaban la cabeza de los santos, luego a las estatuas que figuraban de relieve el cuerpo de una persona, especialmente en las sepulturas, por oposición a las que sólo reproducían su contorno en una losa plana; de aquí pasó a designar la masa del cuerpo de una persona y finalmente de cualquier objeto voluminoso.

1.ª doc.: Alex. (vulto, D. Alonso, La Leng. Poét. de Góngora); 1.ª mitad del S. XV: Santillana, J. de Mena, A. de Cartagena, Canc. de Baena1.

En esta época sólo se halla la ac. latina, que sigue viva hasta fines de siglo2 y aun en el siguiente. En latín se distingue de la facies (estática) el vultus, en cuanto importa gesto o expresión («cara mudada», On. Pou, Th. Pu. 247), En Torres Naharro y en otros hallamos la de ‘imagen de la cabeza de un santo’ («Oh Verónica sagrada / de mi Dios vulto sangriento», Propaladia I, 97); la de «estatua de relieve»3 aparece ya en el S. XV (Fernando de la Torre, RH XV, 90, v. 145, y ya en Álvaro de Luna, a. 1446). El paso a los significados posteriores se produjo en frases como estatua de bulto (Nebr., g3) o santo de bulto (así todavía en la Argentina: Inchauspe, La Prensa, 11-III-1945), donde bulto se interpretó popularmente como si significara ‘masa voluminosa’ y acabó tomando este sentido. Aplicado primero a la masa indistinta del cuerpo de una persona («una noche... que venía de fuera, / al postrer quarto del alba /... vi dos bultos a un balcón», Lope, El Cuerdo Loco, v. 1407), se extendió finalmente a una masa cualquiera [Cervantes de Salazar, 1560-75]. Cej. VII, § 124.

DERIV.

Abultar [1513; Cuervo, Dicc. I, 75]. Rebultado. Vultuoso. Sajambre abultarse, ast. abultarse (G. Oliveros), salm. autarse ‘parecerse en el rostro (a fulano)’ (Fdz. Gonzz., Oseja, 181), derivan del antiguo bulto ‘rostro’.

1 Más ejs. del S. XV en J. A. Pascual, Trad. de la D. Com. atr. a E. de Aragón, p. 182-183.―

2 «Aunque están abrasadas... de amor, por su honestidad muestran un frío exterior, un sosegado bulto, un apacible desvío» Celestina, acto 6.°.―

3 «El entierro / se haga; en bronce y piedras varias / un sepulcro con un bulto / le ofrezcan... /Y entierro, bulto y sepulcro / quireo que a mi costa se haga», Tirso, El Burlador, II, 621. También lo emplea el catalán de la época: «imaginayre, qui fa bultos: statuarius» On. Pou, Th. Pu. 163. En gall. bulto ‘imagen de un aparecido’ lo emplea Castelao: «uns cantos bultos da Santa Compaña» (300.13).