BIOMBO, del port. biombo y éste del japonés byóbu íd.
1.ª doc.: 1684.
En viajeros portugueses, desde 1569 a 1608, se halla la forma biobo o beobu; después, y ya en 1668, aparece la variante nasalizada biombo, cuya explicación no está bien averiguada. La comparación que hace Dalgado con palanquín de pālkī, no es oportuna, pues aquí entró en juego el sufijo frecuente -ín, y la nasalidad pudo propagarse a la sílaba precedente. Gonçalves Viana, Apostilas, p. 161, juzga que se debe a una pronunciación dialectal japonesa, como en bonzo < jap. bózu (comp. Palestras Filológicas, del mismo, p. 172 de la 2.ª ed., donde se cita otro caso). Del castellano pasó al it. biomba, lombardo fiomba (Zaccaria). Parece que el biombo se trasmitió desde España a varios países europeos, comp. el nombre alem. spanische wand, neerl. spaansche wand (para esto y para la pronunciación nasal en japonés, comp. J. Casares, Crítica Efímera I, 49-53).