BACALAO, origen incierto, aparece por primera vez en Flandes, en 1163, en la forma latinizada cabellauwus, pero son inciertos la forma y el idioma originarios; quizá del gasc. cabilhau, derivado de cap ‘cabeza’.

1.ª doc.: bacallao, 1519, Fz. de Enciso (Friederici, Am. Wb. 68); bacalao, 1599, Percivale.

En 1516 el italiano P. Mártir de Anghiera, que vivía en España, empleó bacallao. En la tradición lexicográfica castellana no aparece hasta 1599 (Percivale). En portugués es muy frecuente en todo este siglo, véanse testimonios sacados de versiones italianas de originales portugueses, en Zaccaria1. Al descubrir Terranova y el Canadá, el portugués Corterreal los bautizó con el nombre de ‘Tierra de Bacalaos’. Consta que en los SS. XVI-XVII los vascos se dedicaron intensamente a la pesca del bacalao en estos mares y en los de Groenlandia, y de ellos aprendieron los holandeses el nombre bakeljauw, que aparece en esta época, pero la forma kabeljauw es ya frecuente en neerlandés desde la Edad Media, y formas análogas a esta última se hallan extendidas desde el S. XIV por todas las lenguas germánicas continentales ribereñas del Mar del Norte. Sin embargo, el grupo -lj-, que difícilmente se explicaría en voz germánica genuina, sugiere providencia romance. Un ruso koblovaja (¿relacionado con kol ‘palo’?), en el que se ha querido buscar el origen de la voz germana, es de existencia hipotética. Se ha supuesto con mayor fundamento que el origen esté en vasco (bakaiao, bakaio, makaiao, makaio, en los varios dialectos), atendiendo a que ya en 1609 (Lescarbot, en Friederici, l. c.) y aun antes, se atribuye la paternidad del vocablo a los vascos, o que naciera en el castellano de la costa cantábrica, y que aquí proceda del lat. BACULUMbastón’, denominación análoga al ingl. stockfish, neerl. stockvisch, alem. stockfisch, y explicable por la costumbre de poner a secar el bacalao sobre perchas. Fonéticamente sería inadmisible este origen en castellano; no tanto en vasco, comp. BACILLUM > makia. De hecho otra denominación del bacalao se extendió por Europa desde el País Vasco: fr. laberdan, ingl. haberdine, alem. laberdan, ruso labardan ‘bacalao seco’, procedentes de labordano, nombre del país de Bayona; y la forma oc. macaiau y gall. macallau (Leite de V., RL, VII, s. v., y Estd. Fil. Gall., I, 22) muestra en su m- huellas de un origen vasco. Sin embargo, con la hipótesis de una evolución vasca de BACULUM no explicamos todavía la segunda vocal a ni la terminación -ao; y sobre todo la supuesta procedencia vasca tropieza con lo tardío de la documentación del vocablo en la Península Ibérica, y con la dificultad de que los germanos hubieran debido tomarlo del vasco ya en el S. XII, fecha en que no sabemos que los vascos pescaran en los mares del Norte. Como el centro del área de difusión del vocablo es Francia, y en vista de la característica terminación -au, -ao, me inclino a creer que hay que buscar el origen último allá, donde el fr. cabillaud ‘bacalao fresco’ ya aparece en 1278, un siglo después del primer y aislado testimonio germánico de nuestra voz; en vista de las voces caputo, testuto, mazzo, que cita Florio como nombres italianos de este pescado, evidentemente alusivas a su gran cabeza, comparada con una maza, es posible que tenga razón Barbier, Rev. de Phil. Fr. XX, 112-3, al derivar cabillaud del gascón cap ‘cabeza’ o más bien de sus diminutivos cabilh, cabelh, CAPէTŬLUM (comp. cabilat, nombre de un pez de cabeza grande, en Palay, compuesto de cap y lat LATUS). El detalle de la difusión sería el siguiente. De Gascuña irradiaría la palabra por una parte al fr. cabillaud, y de éste al neerl. kabeljauw y sus congéneres; por otra parte, hacia el Este, el it. cabiglio (Florio); finalmente, hacia el Sur, cabillau(d) se convertiría en el vasco bakaiao, con metátesis de tipo frecuente en este idioma (nabala ‘navaja’ > labana, gaparra > garraba), y de éste vendría el cast. anticuado bacallao, que fué hasta hace poco la forma corriente2, y el port. bacalhao; del castellano se pasó al cat. bacallà, documentado desde 1640, bacallar en la zona Alcoy-Alicante, formas resultantes de confusión con la palabra autóctona bacallar ‘bellaco’ (con r muda); y del catalán llegamos al it. baccalano (S. XVI), it. mod. baccalà, it. dial. baccalaro, svcr. bakalâr. Para más datos, vid. Uhlenbeck, Beiträge zur Gesch. der deut. Sprache, XIX, 328-9, Schuchardt ib. XIX, 543; XX, 344; ZRPh. XXXXII, 476; Franck-Van Wijk y Suplemento de Van Haeringen; Gonçálvez Viana, Apostilas, 112-115; y además Uhlenbeck, Tijdschrift voor taal- en leterkunde, XI, 225 ss., y Vgl. Lautl. bk. Dial. 100.

1 Leo bacalhaos en 1519 en Gil Vicente, ed. Hamburgo II, 405.―

2 Es la general en el Siglo de Oro, en Cervantes, Lope, Ruiz de Alarcón, etc., y la que da aún Aut. Terr. advierte que «algunos sólo pronuncian una l»; antes se documenta ya la forma bacalao en Percivale (1599), pero es forma rara entonces, pues Oudin (1607), Vittori, Covarr. y Franciosini traen unánimemente bacallao, y si bien el DHist. señala bacalao en Lope, en un Arancel de 1782 y en el Duque de Rivas, en estas mismas fuentes se halla, y aun con mayor frecuencia, bacallao, de suerte que cabría sospechar modernización de los editores. El origen de la variante con -l- no está aclarado. En tiempo de Cervantes se consideraba bacallao como andaluz, frente a abadejo, propio de Castilla (Quijote, I, ii, 6 v°); quizá aquél era general en toda la zona periférica.