BACÓN, ‘hoja de tocino, sacados los perniles’ murc. del cat. bacó ‘cerdo’ y ‘pernil, bacón’, voz catalana de origen incierto, común con el occitano y el francés antiguo (> ingl. bacon) y pariente del gall.-port. bácoro ‘cerdo joven’; probablemente ambos de origen prerromano.

1.ª doc.: 1872, Fuentes y Ponte, Murcia que se fué (Vocab. murcianos de G.ª Soriano y P. Lemus y Rubio); en catalán desde 1077.

Palabra meramente dialectal poco difundida en lengua castellana. En catalán ha pertenecido siempre al lenguaje común, y es antiguo y general. Su etimología es problema difícil y mal dilucidado hasta ahora, que conviene plantear de nuevo. Que la palabra catalana y galorrománica significara primeramente la carne o pierna del cerdo es cosa que se ha dado por averiguada, casi sólo a base de una etimología muy incierta. Que sería un germanismo en relación con el alem. dial. backen, ingl. bacon ‘tocino’, desde luego se ha admitido por parte de los más (Diez, Wb. 515; REW 889; FEW I, 208; Brüch, etc.), pero grandes lingüistas han hecho ya graves reservas a esta doctrina. Kluge acaba de aceptarla (9.ª ed. de su dicc. etim.) pero con cierto escepticismo, en vista del lat. tardío baccha ‘cerdo o puerca’ que él mismo señaló (Proben eines Ducangius theothiscus), y por las múltiples extrañezas morfológicas que presenta el alem. mod. dial. bache ‘jabalí hembra’ o ‘puerca doméstica’, palabra de fecha tardía [S. XV]. Jud, ASNSL CXXVII, 434, sin rechazar del todo el origen germánico, formuló reservas más graves, objetando ya el gall.-port. bácoro y el franccomptois baque ‘puerca madre’; Sainéan (BhZRPh. X, 84) allegó más formas romances anómalas; Gamillscheg (ZRPh. XLIII, 1923, 557) llamó la atención sobre la divergencia entre la base *BAKO con -K- sencilla, que tendría que ser la del germánico, y la base romance *BAKKO. Téngase bien presente que el ingl. med. y mod. bacon ‘tocino’ es un préstamo tardío del francés (como han reconocido todos los especialistas) y por lo tanto no añade ningún refuerzo a la teoría germánica (si acaso la debilitaría algo al ser indicio de que los angloparlantes lo sintieron como algo distinto en sí de su autóctono baek y merecedor de emplearlo como préstamo).

Apenas hay que decir que Wartburg afirma el germanismo, postulando valientemente un «altniederfränkisch» BAKKO (y ahorrándole el necesario asterisco). Pero en realidad todo depende del postulado de que bacon ‘jamón’ y ‘témpano de tocino’ tiene la misma etimología que el ags. baek (ingl. back), b. alem. ant. e isl. ant. bak ‘espalda’, vocablo éste que sí es muy antiguo en germánico, por más que no sea allá general (ajeno al gótico y a otras lenguas germánicas como el alemán mod., apenas vestigios en alem. ant.) y carezca de etimología indoeuropea (nada en el IEW). Pero todos aceptarán que el que un nombre del témpano de tocino de cerdo vivo sea lo mismo que la palabra para ‘espalda’ no es algo cuya verosimilitud se imponga. Wartburg y demás parten del supuesto de que el vocablo romance sólo es antiguo en Francia ―ahí sobre todo en el Norte― y de que está comprobado que en romance y en todas partes el significado inicial es hueso o carne de cerdo y no el animal vivo. Pero el propio Wartburg debe reconocer que aun en Francia existe esta acepción, donde es propia del prov. mod. bacoun ‘cerdo gordo’ y además se extiende por el Delfinado, el Poitou y el Centro de Francia. Cierto es que en Francia predominan las acs. como ‘tocino’, ‘salazón de cerdo’ y que esto lo es ya bien documentado en el fr. ant. y oc. ant. bacon. Pero el predominio allí de estas acepciones sobre la de ‘cerdo vivo’ es mucho menos completo de lo que se afirma: aun limitándonos a los datos del propio FEW, hay allá ocho testimonios de éste, sin contar el del argot, contra una veintena y algo más de aquélla, pero habría que agregarle el franccomptois baque y las formas que ya he citado de Sainéan.

Ahora bien las objeciones de peso irrefutable están de este lado de los Pirineos y esto es lo que hay que detallar ahora. No sólo la historia del cat. bacó no tiene aspecto de galicismo sino que en la documentación antigua y popular aparece en filas más densas y antiguas que en Francia. Además de lo reunido por DAlcM. lo tengo en masa en docs. desde 1077 (Elna, Hist. Langd. V, 632, ‘cerdo muerto’). Dicho diccionario como sus congéneres de Francia dan por cierto la impresión de que lo antiguo es como nombre de la carne o pierna del animal, pero es porque en inventarios y textos no pastoriles es menos fácil que se hable de un cochino que de su jamón o carne. Como nombre del animal vivo ―dice Wartburg― Ag. documenta bacó sólo desde el S. XV; pero en realidad hay mucho más y desde mucho antes, aunque los textos muchas veces no aclaran inequívocamente si es el animal vivo o su carne. Debe de tratarse del animal en una lista de 1151 donde, en tres lugares y alternando con el lat. porcos se habla de bacons entregados como censos al Conde de Barcelona (Balari, Oríg. p. 594); «reebem de la nau d’En Bertran Cuc 532 bacons... a rao de 5 besants per bacó» a. 1269 (Carreras Candi, Misc. Hist. Cat. II, 304; «si [bestia] serà estada naffrada: vachó o bou porch... o per cas de ventura haurà trencat coll o cama o cuxa, o serà estat esterribat» (Balaguer, a. 1313, BABL XII, 379); también aparece en documentos de contexto menos claro, de 1078 («concedo ad sancti Cucuphatis coenobio baconem I meliorem et adsugias II optimas et alium quod remanet panem et vinum et bastias...» Cartul. de St. Cugat II, 356.5f.) y de 1295 (Alart, RLR V, 87), mientras que en otro de 1276 está claro que es ‘tocino’ («tres bacons de cansalada menys una perna» (Soldevila, Pere el Gran I, ii). Hay infinitos en este siglo y en los siguientes; en una palabra el grande arraigo catalán del vocablo se deduce de esta documentación, de su paso desde Valencia al murciano y de los datos que tengo del uso vivo de bacó, -ona, como designación del animal en decenas de hablas rústicas de todo el Principado y País Valenciano.

En cuanto al port. bácoro, es defendible la etimología arábiga sugerida por J. de Silveira (el ár. báqara, clásico, vulgar e hispánico, es ‘animal vacuno’, aunque báqar aparece aplicado frecuentemente en fuentes menos seguras al ‘ciervo’, ‘búfalo’, ‘muflón’, ‘antílope’, pero nunca al cerdo: Dozy, Suppl. I, 102b; salta a la vista que es coincidencia vaga y casual), pero su nota es útil por las citas de bácoro y bacro ‘lechón desmamado’ en muchos dialectos y topónimos (RL XXXV, 95); tenemos ya bacoros en doc. de la Beira (RL XI, 90) a. 1278, como apodo h. 1250 (Pedro Bácoro en las Inquisições, CortesƟo, Adit.), como nombre del animal S. XIV (Moraes); hoy bacro y bacurinho «porco pequeno» en localidades del Norte (Paços de Ferreira, GuimarƟes, Leite, Opúsc. II, 474, 226); en Galicia hallamos también bácoro («puerco recién nacido» Sarm. CaG. 126r, 90v, A18v) y bacoriño (ib. 90v, 126r), en algunas partes bácaro «cerdo pequeño, gorrinillo» (Anón. Gall. de h. 1850, RL VII, 203) como voz gallega y portuguesa era muy conocido en el Siglo de Oro. Al portugués se refiere G. Correas (1627) al referir el dicho proverbial no quere bácoro con chucallo (‘cencerra’) y al mismo o al gallego B. de Villalba, escritor bajo aragonés del S. XVI (Fcha.), definiendo vacoro, -corino y vacuriño como ‘puerco de leche’. Ahora bien salta a la vista que bácoro no se explica por un étimo BAKON- del germánico.

En conclusión, no disimulo mi sospecha de que estamos ante una voz prerromana cuya área, como tantas otras, abarcaría el Oeste y el Este de la Península Ibérica, aunque no el Centro (¿luego sorotáptico?), y además de Francia, los dialectos almanes de Suiza, Baviera y Suabia (que es donde hoy corre el alem. dial., backen ‘jamón, tocino’). No faltaría en la Antigüedad algún testimonio relacionable con esto: además del citado lat. tardío baccha, hay en fuentes gálicas un baccones (Whatmough, Dial. of Anc. Gaul, 181n.) cuyo significado no consta y tampoco el de los antropónimos Baccos y Baccinus (ib. 138) pero como también se halla silua Bacensis, que designaría un bosque de hayas (del ieur. *BHAGHO-haya’, según el mismo, p. 115), nos recuerda esto el hecho conocido de que el cerdo es avidísimo del hayuco o fruto del haya, con el que tantos crían en el valle de Ansó, el más denso de hayales en todo el Pirineo; enlace desde luego problemático por la diferencia en la sonoridad de la consonante, pero que ni se puede desechar francamente, dada la posibilidad de una sufijación en -KO (ni siquiera estamos seguros de que GH no diera K[H] en esa lengua) ni excluye otros enlaces prerromanos. En todo caso ¿qué derecho tenemos a achacar al «bajo-fráncico-antiguo» un vocablo que en germánico no pasa de la zona alto-alemana, más penetrada de celtismos y romanismos, y sólo está en dialectos modernos?; ¿y que si reaparece en neerlandés medio lo natural es que en éste se empleara como reflejo del francés? En un lenguaje prerromano indoeuropeo puede tratarse de una doble derivación con una raíz común: un *BAKKÓN- y *BAKKO-RO-cerdo’; o bien suponer un *BÁKNĶN, -ÓNE, único, con una doble romanización (BÁKKOR- y BAKKÓN-) por disimilación divergente en las dos acentuaciones flexionales. No aseguro nada. Pero sí que ese supuesto germanismo está necesitado de severa revisión.

DERIV.

gall. bacorexadas ‘apetitos obscenos’ («parece que lle da o corpo bacorexadas» «asomos de putear» Sarm. CaG. 199r); port. bacorejar con varias acs. de origen jergal; bacorote ‘cerdito’ S. XVI en Sá de Miranda (Moraes).