BÚCARO, ‘vasija para beber, por lo común de barro’, ‘arcilla olorosa de que se hacían estos vasos’, del dialecto mozárabe, y en éste del lat. PĶCŬLUMcopa’; es posible que en castellano se tomara del portugués.

1.ª doc.: entre 1526 y 1539.

Con gran abundancia de datos seguros probó esta tesis etimológica Carolina Michaëlis en su monografía del BHisp. VII, 140-1961. El port. púcaro se halla desde 1375-1399, también h. 1392 y en el S. XV (Ruy de Pina), y es muy frecuente desde princ. S. XVI. Hay numerosos testimonios del gran favor de que disfrutaron en Castilla y Portugal los búcaros fabricados en la zona meridional de este país, especialmente en Extremadura y Alentejo, donde la alfarería adquirió gran desarrollo gracias a la técnica morisca2. La forma búcaro existe en el portugués del Alentejo, y ya se menciona como de allá a princ. S. XVIII; viceversa Felipe II en una carta emplea púcaro en castellano, hoy se dice así al NE. de Cádiz (Giese, BhZRPh. LXXXIX, 96) y en Murcia (VKR VII, 33n.), y en el castellano de Galicia alternan las dos formas (BRAE XIV, 108, 131). Es errónea la afirmación de que el búcaro procedió de América, pues además de que en Portugal se halla en los SS. XIV y XV, ningún cronista de Indias dice que búcaro sea palabra americana, y aunque no hay duda de que los conquistadores hallaron en Méjico búcaros de notable perfección, el nombre indígena allí parece haber sido comal, azteca komatli. Las irregularidades en el desarrollo fonético de POCULUM se explican por la procedencia mozárabe, según dejó documentado C. Michaëlis (pp. 194-6)3.

Del español pasó búcaro al italiano en la forma bùcchero, hecha famosa por Bellini en el S. XVII con su poema Bucchereide, y luego internacionalizada por la arqueología etrusquista, pero el vocablo no se halla en italiano antes de esta época (Zaccaria). Debe renunciarse a relacionar búcaro con el lat. BUCAR «genus vasis», como hace Cabrera: se trata de un hápax que sólo se halla en Festo, y al que muchos han querido derivar del gr. βούκερως ‘de cuernos de buey’, luego sería un vaso córneo muy diferente del búcaro, pero además es probable que se trate de una lección errónea del sinónimo conocido BACAR, dado el parecido de la a con la u en muchos tipos de escritura latina.

En lo que se puede discrepar de la Sra. Michaëlis es en el origen portugués de la palabra castellana, pues aunque no hay testimonios de búcaros fabricados en España, concretamente en Talavera, antes de fines del S. XVI, y la documentación portuguesa es bastante anterior, esto puede en parte depender de la menor abundancia de la documentación castellana que logró allegar la autora4; los cambios fonéticos anómalos sufridos por POCULUM son igualmente posibles en el mozárabe de Castilla la Nueva y de Andalucía que en el de Portugal; de todos modos el cambio de l en r y la fama especial de los búcaros portugueses son argumentos de peso, aunque no decisivos, en favor del origen lusitano.

Es raro en castellano el duplicado culto póculo.

DERIV.

Ast. búcara ‘olla para mazar la leche’ (Libardón, V, Supl.). Pocillo ‘jicara’ [Terr., como and.; íd. Acad. 1817; empleado por Fernán Caballero, vid. Cuervo, Disq. 1950, p. 284, y hoy usual en Cuba ―Pichardo, s. v. escudilla―, Arg. y América en general], aunque es singular la tardía documentación del vocablo, apenas cabe dudar de que es descendiente popular del lat. POCILLUM íd., diminutivo de POCULUM (en Cuba se dice también pozuelo, Terr., Pich., pero esta forma deberá mirarse como un cambio de sufijo (cf. cozuelo), y no como prueba de que pocillo deriva de pozo, idea difícil de concebir). Derivados del mismo radical latino que poculum, y cultismos en castellano, son poción [Lope; pero poçón en 1.ª Crón. Gral., p. 30b] lat. potio, -onis; potable, del lat. potabilis íd., derivado de potare ‘beber’ (con los raros potar [Guillén de Segovia, p. 217a (Nougué, BHisp. LXVII)], potador, potación, epoto); potabilidad.

1 La segunda ac. que D.ª Carolina creyó inexistente, existe, pero no se halla antes del S. XIX (R. Cabrera, P. A. de Alarcón). Es ciertamente secundaria y debida indirectamente al hecho de que barro se empleaba también como sinónimo de ‘búcaro, vasija de barro’.―

2 El más antiguo documento castellano habla de los búcaros de Montemayor (Alentejo); otros del mismo siglo se refieren a los de Estremoz, de Lisboa y de la misma localidad. Salas Barbadillo alaba los búcaros finos de Portugal en el pasaje citado por el DHist.―

3 Incluyendo, claro está, el cambio de P- en b-, que ella parece explicar como portugués. En cambio creo que es portugués y no mozárabe el paso de *puclo a pucro, pues la r de acetre < ár. saƫl < lat. SITULA, que ella menciona, es de fecha romance, debida a la dificultad del grupo tl. De la anaptixis de a entre consonante y r, en fin de palabra, da la ilustre escritora muchos ejs. (cáncaro ‘cáncano’ CANCRUM, fêvara FIBRA, escôparo, cóngaro, etc.). Sólo deja sin documentar el cambio mozárabe de Ķ tónica en u, pero es fácil hacerlo: curç ‘corzo’, chuq ‘zoque, zoquete’, churrút ‘cerote’, cúfia ‘cofia’ (todos en Simonet) y los innumerables casos de -ún < -ĶNEM.―

4 De hecho parece hallarse un ej. medieval castellano del b. lat. buccarum, en la colección de los Concilios Hispánicos (la de Sáenz de Aguirre, creo), IV, 361. Los benedictinos, en Du Cange, traducen ‘pastelito’ pensando seguramente en el fr. bouchée y análogos, pero nada en el texto que ellos citan obliga a esta traducción. Se trata de la prohibición de representar imágenes sagradas «in saccaro buccarove aut alus esculentis». «Esculentus» puede referirse a cualquier cosa que sirva para la alimentación, luego también a una vasija de barro para beber, que se consideraría materia demasiado vil, y objeto demasiado trivial, para poder llevar estas imágenes. No puedo verificar en el original, que no está a mi alcance.