Foulché-Delbosc,
RH LXXIII, 495-508, reúne abundantes materiales sobre la historia de la palabra, y llega a la conclusión de que
avinenteza,
avilenteza, etc., ‘ocasión’, son de origen catalán, y luego ese confundieron con
avilanteza ‘audacia’, de significado y origen diferentes», origen que él no precisa. Evidentemente piensa en la etimología de la Academia: derivado de
vil; mas por razones morfológicas esta derivación es imposible, pues aunque el verbo
avilantarse [1837: Mz. de la Rosa] no fuese creación tan reciente y secundaria como demostró Cuervo (Dicc. I, 812
a), tampoco sería posible derivar de ahí un abstracto en
-ez, formación que sólo proviene de adjetivos. Por esta razón, según indiqué en
AILC I, 21n., es preciso identificar en un solo vocablo las dos acepciones de la palabra. Que
avinanteza,
-enteza, viene del catalán, se ve por el cambio de
e en
a, con arreglo a la pronunciación oriental de este idioma, y también por la procedencia de los más antiguos ejs. castellanos: el Arcipreste de Talavera, que había vivido en Barcelona y en Aragón, y que incorpora a su obra abundante léxico catalán, el catalán o aragonés F. Vidal de Noya (Zaragoza, 1493, con formas dialectales como
huvido, cuyo origen aragonés es claro) y el aragonés de Castellón B. de Villalba y Estaña (
El Peregrino Curioso, a. 1577:
BRAE XV, 495). Todos ellos emplean el vocablo en el sentido de ‘ocasión’, ‘ocasión de pecar, etc.’ («era cosa impropia de un pelegrino entrar en la ciudad con dos mujeres de buen talle... y que era justo al que va en hábito honesto huir las
avinantezas» en Villalba; «por dar más
avinenteza que hubiesen de hablar» en el
Romance del Marqués de Mantua, en
Primavera II, 167-9; y muchos en
DHist., s. v.
avinanteza,
avinenteza; «la ispiriencia de las cosas que de allá sucedieren os han de dar la
avilanteza y aviso de cómo y cuando se ha de hacer», en el doc. citado). Pero era fácil el cambio de significado en pasajes como los siguientes: «En el campo andaban solas dos cuadrillas, ningunos atajadores por la tierra, que daba
avilanteza a los contrarios de inquietar la ciudad» (Hurtado de Mendoza, cita de Foulché, p. 498), «Tomaron los Moros ocasión y
avilanteza para sacudir el yugo» (Mariana, ibíd., p. 502), «El descuido de Heraclio... dió
avilanteza a Mahoma para que acometiesen» (Sigüenza, ibíd., p. 502); ya en Hurtado de Mendoza, donde la ac. corriente es la antigua, aparece alguna vez la idea de ‘audacia’ («tomarían tanta
avilanteza», p. 499). Finalmente, una vez consolidada la disimilación de
avinanteza en
avilanteza, intervino el influjo de
vil dando lugar a que lexicógrafos de principios del S. XVII, como Palet, Oudin y Minsheu, traduzcan por «bassesse, poltronnerie», «lascheté, vilité», acs. que no han triunfado, por lo demás, ni siquiera en el uso actual, donde
avilantez sigue siendo ‘audacia, insolencia’
1.