AVELLANA, del lat. ABELLANA NUX ‘nuez de Abella’ (ciudad de Campania donde abundaban), ‘avellana’.
1.ª doc.: S. XIII, Alex. P, 244d1.
DERIV.
Avellano [1073]. Avellanar m., avellaneda, avellanedo. Avellanar v.; avellanador. Avellanero. Avellanate [1525], del cat. avellanat [Eiximenis, a. 1381-6: N. Cl. VI, 51]. Ast. ablanar ‘avellano’, ablanera ‘vendedora de avellanas’ (V). Gall. avelaiña (Sarm. CaG. 91r, abe- A21v) «el gusano que come el trigo» (ib. 109v), «insecto o gusanillo alado, especie de nocturna mariposa, que corroe el trigo, centeno y otros granos» (Vall.); debe de acentuarse -aíña, como lo hace el DAcG. (con multitud de variantes) y Eladio Rdz. (en el cual vid. muchos detalles naturalísticos y folklóricos y variantes sufijales y semánticas) que en parte lo hace sinónimo de volvoreta ‘mariposa’, pero a la vez precisa que en ciertos sitios son los «gorgojos que devoran las mieses abandonadas, y las larvas que atacan el maíz y el grano almacenado en graneros»; como Sarm. da como cuasi-sinónimo un orensano belanco (A21v no recogido por los diccionarios) junto a becho(co), es el caso de sospechar si lo etimológico no podría ser belaíña (ve- en la Terra Cha lucense, seg. Iglesia Alvariño) y, sobre todo en vista del sufijo -anco, de preguntarse si no estamos ante una raíz prerromana con terminaciones varias. No sería absurdo pensar en algo emparentado con los nombres griegos de lombrices y gusanos (Φ)έλμεις, ΦέλμινȎες, ΦέλμιƔƔες, ε-ΦλƲ, ΦάλƓ, junto al tocario A walye ‘gusanos’ (IEW 1141.17, 1143) pertenecientes a la raíz ieur. WEL- ‘doblar, torcer, dar vuelta’ (cf. rs. volotĭ ‘hilo, hebra’, lit. váltis ‘malla’, bret. goalenn ‘virga’) ―sin hablar ya de las raíces DHEUS- ~ DH?ES-, GH?ER- y MୱLO-, que han dado el nombre del animal en las grandes lenguas indoeuropeas, incluyendo en definitiva el cast. bicho, gall.-port. bechoco2. Pero todo esto es poco alentador: lo segundo por la vaguedad suma del enlace semántico, lo primero porque en gallego haría falta una base VELL- más que VEL- y porque se trata de denominaciones del gusano no representadas fuera de unos dialectos griegos y tocarios, que ni siquiera estamos seguros de que no nos orienten hacia un nuevo espejismo dentro de la historia de las lenguas respectivas, y que son ajenas a las lenguas más afines al substrato hispánico (céltico, itálico, báltico, etc.). En cambio, puesto que la avelaíña ataca a lo almacenado en graneros y hórreos, bien podemos suponer que también se come la avellana allí guardada y debemos hacernos cargo de que en fases primitivas de la economía gallega, dada la lozanía de este árbol y fruto en los climas húmedos y nórdicos, la avellana debió de constituir elemento primordial de la alimentación; cf. avelaira «paloma del centeno» seg. el P. Sobreira (además de ‘avellano’), avelaira ‘cierto coleóptero’ (Lugrís), al que Eladio Rdz. da el nombre de avelairiña, uno y otro evidentemente resultantes de avelãeira; y así avelaíña saldría también de avellan-ina y belanco de avela(n)-eco, o -aco. Por otra parte, como la mariposilla de este nombre es efímera y es más conocida su larva, la variante apocopada velaíña y un masculino analógico velaíño se emplean (Eladio Rdz.) con el valor de lo que ‘muere pronto’ y ‘el vegetal que florece antes de tiempo’: y de ahí nace el valor adjetivo abstracto ‘suave, tenue, blando’ y ‘fino, primoroso’: en este sentido «os andares [de la muchacha] arfados e velaíños, facían no aire ronseles de gracia» (Castelao 204.3f, mientras que en «acochado, na escuridade, non sei as ideas velaíñas que buliron na miña testa» íd. 52.23, quizá sea más bien ‘efímero’ o ‘curioso, singular’).
1 La medida del verso es favorable a la forma avellana de P.; el ms. O trae aulana (aquí y en 1404, donde la rima exige fava como en P), forma ajena al autor del poema, pero sin duda existente, comp. oc. aulano, forma propia del Norte del dominio occitano. En el manuscrito leonés del Alex. deberá entenderse avlana: hoy ast. ablana (V). Abellana en el Fuero de Soria (§ 10), S. XIII.― ↩
2 El lit. būżys e ingl. bug ‘bicho’, pero especialmente ‘piojo, chinche’, aislados aun dentro del germánico y del báltico, ya no cabe evocarlos, primero porque supondrían, si acaso BHUGH- y no BHEU-G-, y sobre todo porque no serán indoeuropeos sino inconexos entre sí o acaso tomados de una lengua del grupo fino-lapón. ↩