ASESINO, del ár. Ʌaššāšî ‘bebedor de Ʌašîš, bebida narcótica de hojas de cáñamo’, nombre aplicado a los secuaces del sectario musulmán conocido por el Viejo de la Montaña, siglo XI, que fanatizados por su jefe y embriagados de Ʌašîš, se dedicaban a ejecutar sangrientas venganzas políticas.

1.ª doc.: assesino, Partidas; anxixín, h. 1300, Gr. Conq. de Ultr.; asesigno, 1330, J. Manuel; asasino, Covarr.; asesín, 1627, Correas; acecino, Rojas Zorrilla (†1648: T. A. E. II, 458); assasinno y assesino en Aut.

La forma definitiva no queda fijada hasta el S. XVIII. Todavía en 1535, Juan de Valdés declara que assassinar es una de las palabras italianas de que se quisiera aprovechar para el castellano (Diál. de la L., 134.15). Hay ya varios ejs. medievales del vocablo en español, como los hay en francés (Sainéan, Sources Indig. II, 404), traídos directamente de Oriente por los Cruzados, pero realmente en el S. XVI assassino y assassinare sólo eran populares en Italia, de donde volvieron a introducirse entonces en los demás romances1, aunque en castellano han influído en la fijación de la forma definitiva las formas castizas medievales. Para más variantes, V. DHist., s. v. acecinador y acecinamiento (Cervantes), y Aut.

DERIV.

Asesinar [assassinar, 1535, J. de Valdés; Quevedo]. Asesinato [assas-, Aut.]; en el S. XVII se empleó la forma italiana asesinio (DHist.).

1 Cotarelo, BRAE VI 509n., y Boehmer en el prólogo a su ed. de Valdés.