APAGAR, ant., ‘satisfacer, apaciguar’, mod. ‘aplacar, extinguir (la sed, el hambre, el rencor, etc.)’, ‘extinguir (el fuego, la luz)’, derivado del antiguo pagar ‘satisfacer, contentar’; ambos proceden del lat. PACARE ‘pacificar’, derivado de PAX, PACIS ‘paz’.
El empleo de
apagar en el sentido de ‘extinguir (el fuego o la luz)’, resulta de una audaz innovación semántica, propia y exclusiva de los tres romances hispánicos, aunque tiene un paralelo en el uso de
TUTARE FOCUM en lugar de
TUTARE FAMEM en el Sur y Nordeste de Italia (
stutari, studar)
, en el centro de Francia (
tuer le feu) y en el Languedoc meridional (
atudar)
. Colocado este cambio semántico dentro de su conjunto romance y en su perspectiva histórica gracias a un magistral estudio de Jud (
RLiR I, 192ss., y en particular 221-3), nos damos cuenta de que se trata de una solución iberorromance de un problema planteado a todo el latín vulgar por la confusión entre
EXSTINGUERE ‘apagar’ y
EX-TINGERE ‘desteñir’. Falta, por desgracia, y urge un estudio monográfico acerca de la historia y geografía de los vocablos para ‘apagar’ en la Península. En el Oeste
apagar no ha logrado todavía imponerse del todo:
matar o fogo, usual en el portugués del S. XVI (Moraes), sigue siendo posible hoy en día en portugués (H. Michaëlis, Lima-B.) y en gallego (Vall.), y
amatar es propio de Tras os Montes; en general parece que allí la delimitación recíproca de los verbos pertenecientes a este compartimento semántico está menos definida o adelantada, pues
pagar-se o fogo por ‘apagarse’ se halla en los
Padres de Mérida, h. 1400 (
RL XXVII, 56)
2, y se dijo
amatar por ‘pagar’ o ‘satisfacer (un compromiso)’ (Fig.), evidente resultado indirecto de la lucha entre (
a)
matar y
apagar en el sentido de ‘extinguir (el fuego)’. En castellano
apagar tuvo un rival muy vivaz en
amatar, que en la Edad Media era todavía la expresión predominante: es probable que lo empleara Berceo (aunque en él sólo parece hallarse
amatar la contienda y
amatar la error)
, y consta así para
Alex. (
Ρ, 336
c, 832
b, 860
d, 861
b, igual en
O, transitivo),
Calila (ed. Allen, 104.237, transitivo), la
General Estoria (
RFE IV, 245, reflexivo), la
1.ª Crón. Gral. (p. 548, íd.), D. Juan Manuel (Rivad. LI, 266
b, tr
.)
3, Sem Tob (copla 67, tr.), J. Ruiz (857
a, tr.; 264
b, refl.),
Sumas de Historia Troyana (138, tr.;
matar, 107, tr.), APal. 34
b y todavía en varios textos del S. XVI y aun en Quevedo (
DHist.)
4; hoy ya sólo parece subsistir en dos dialectos tan arcaicos como el alto aragonés (Echo,
BDC XXIV, 160) y el judeoespañol de Marruecos y de Oriente (
BRAE XIV, 571;
RFE II, 349), pero el hecho de que entre los sefardíes
apagar sea desconocido (RFE,
l. c.) indica que su uso estaba todavía muy poco arraigado en el S. XV, y en efecto, el
DHist. sólo aduce dos ejs. medievales, el ya citado, donde por lo demás no disponemos de edición crítica, y uno del M. de Santillana
5. Frente a este cuadro complejo, es notable la unidad del catalán desde sus primeros monumentos:
apagar lo foc es ya constante desde el S. XIII, y es frecuente en Lulio
6; no conozco otro concurrente que una prolongación del área gascona de
amortar en los altos valles pirenaicos, que en el S. XV llegaba todavía hasta el Valle de Ribes, pero hoy ha quedado reducida al ángulo Noroeste (
BDC XXIII, 274), y otra de
atudar en el Rosellón (stricto sensu). Luego no faltan razones para deducir que la innovación
*APPACARE FOCUM tuvo su primer foco en el Este, hispánico, y que esta onda lingüística partió más bien de Tárraco que de Córduba. En castellano la ac. etimológica ‘contentar, apaciguar (a una persona, etc.)’, se conserva no sólo en el
Alex., sino todavía en dos textos del S. XVI. (
DHist.)
.