ANTIGUO, del lat. ANTզQUUS íd.
1.ª doc.: 1043, Oelschl.
Cej. VI, § 13. En buenos manuscritos latinos se hallan antīcus, antīcum, junto al femenino antīqua (Ernout-M.), y esta flexión es la que debe tomarse como punto de partida de todas las formas romances, de suerte que lo normal en castellano antiguo fué antigo m., antigua f. Los demás romances generalizaron el radical del masculino (port. antigo, -iga, cat. antic, -iga, it. antico, -ica), mientras el castellano y en parte el francés medieval (antif, -ive) extendían al masculino el radical del femenino (ya antiguo en Nebr.); pero antigo se halla en Berceo (Sacrif. 123), Alex., Fn. González, López de Ayala y otros autores citados en el DHist., y fué llevado todavía a América como forma vulgar: lo emplea en el Perú Gutiérrez Santaclara (1544-8), y de aquí deriva antigal, usado en el Norte Argentino para designar los montones de restos prehistóricos (comp. Luis Alfonso, en BAAL XIII, 668-70).
DERIV.
Antigüedad [fin S. XIV, López de Ayala; -guadat Berceo Loor. 143; en el XV se dijo antigor]. Antigualla [Palmerín, 1548], tomado del it. anticaglia, con adaptación a antiguo (todavía anticualla en la Comedia Florinea, 1554); del mismo origen son el fr. antiquaille [1490] y probablemente el cat. antigalla [S. XVII]. Antiguar [1457, Arévalo, Vergel, p. 322a: «quanto más se antigua la generación» (Nougué, BHisp. LXVI)]. Anticuar [1600], tomado del lat. antiquare; anticuado; anticuario [Quevedo], tomado del lat. antiquarius. Antiquísimo, tomado del lat. antiquissimus.