ANTA, sing. como término arquitectónico (‘pilastra’), tomado del lat. antae, antarum, ‘pilares a los dos lados de las puertas’; la palabra geográfica y dialectal antas con el sentido de ‘menhir’ (o ‘dolmen’) es también afín a este vocablo latino, pero tiene carácter hereditario y es probable que no venga precisamente del latín sino de una palabra prerromana indoeuropea hermana de dicha voz latina, seguramente con el sentido etimológico de ‘fin’, ‘linde’, ‘mojón’.

1.ª doc.: 1. ac. 1582; 2.ª ac., S. XIII1.

En la primera ac. el vocablo se tomó del latín por conducto del italiano, donde ya se documenta en 1565, y además es viva y popular en los dialectos (Terlingen, 120; Prati, RLiR XII, 50-51). En la segunda es sobre todo palabra asturiana (Rato) y leonesa, y además es portuguesa (Leite de V., Religiões da Lusitânia I, 25n.1; RL XXVI, 118; Mél. Ant. Thomas 273ss.; Viterbo)2 incluyendo Galicia, donde ya en la Edad Media aparece frecuentemente en deslindes designando megalitos que coinciden con los términos («quomodo dividit per ipsam petram de anta, et vadit ad fontem... d’Ámoa, usque in mamoa da Medas» a. 1130 (Sarm. CaG 74r). Las láminas I y III (p. 134) de Terra de Melide dan buenas fotografías de dos antas: una es un dolmen, la otra es un grupo de grandes losas que encierra un pequeño espacio.

En definitiva el lat. antae pertenece probablemente a una familia léxica indoeuropea antiquísima y bastante ramificada (cf. Pok., IEW 48.21ss., 49.20, 50.23, y 42.11): la del scr. ánta-Ʌ y del germ. end(e), gót. andeis ‘fin’, representada más o menos copiosamente en todas las familias indoeuropeas (salvo quizá el eslavo y el iranio), y documentada abundantemente desde sus monumentos más antiguos: el scr. ántaɅ ‘fin’, ‘límite’, ‘frontera’ ya figura en el Rig Veda (y aun en uno de los libros que se creen más antiguos de esta compilación poética)3; hay además el hitita ant-s ‘costado anterior’, con su derivado antezziš y luvio ñtawata ‘conductor’; por otra parte el griego ıντα con κάταντες, ęντάω4 etc.) ‘frente a frente’ es ya homérico, y el adverbio-preposición ıντι que de ahí deriva, aparece ya a menudo en los textos micénicos5 y reaparece en el hitita anti ‘delante’ ‘ante todo’; claro que también el lat. ante ‘ante, frente a’, junto con antes ‘hileras de soldados, de vides’ (orig. ‘frentes’); esc. ant. ྿nd ‘antesala’, y de ahí probablemente en última instancia viene el lat. antae ‘pilastras laterales’, primeramente ‘paredes que cierran la Pronaos de un templo’. No es que sea imposible que el vocablo hispanorromance geográfico antas proceda por vía popular de esta palabra latina, por una atrevida comparación, y así se ha admitido hasta ahora (aun en la 1.ª ed. de este libro), pero es incomparablemente más probable, por razones semánticas, y tratándose del nombre de un monumento megalítico, arraigado en el terruño y que, al menos en el concepto popular, marcaba un linde o mojón, que sea voz prerromana, aunque indoeuropea y afín a esta voz latina. Pues es seguro, en vista de los datos citados, que los más antiguos invasores indoeuropeos de España trajeron consigo ANTO- ‘fin, linde’ y sus variantes: es de creer que también emplearan ANTA, sea como un femenino (antā) o en su calidad de plural neutro. Queda sólo la duda de si el vocablo fué traído por celtas o por los sorotaptos; como en céltico sólo se documenta en derivados o compuestos de sentido secundario ―irl. ant. étan ‘la frente’ (ANTONO-) y quizá ky. med. anhaw ‘viejo’ (ANT-A?O-), etc., Pok. 48.30ss.― el sorotáptico parece algo más probable (cf. lit. ant. anta, hoy añt, ‘hacia, frente a’).

1 Doc. de Miranda de Duero, en Leite, Est. de Philol. Mirand. II, 232.―

2 La Acad. define ‘menhir’, pero otros dicen que es ‘dolmen’ (Ricardo Severo, RL II, 87, con referencia a Pereira da Costa), y lo mismo da a entender Leite de V., RL III, 31, con su definición «o singelo túmulo dos nossos avós». Por otra parte el uso en plural («dividit cum Legione per antas qui stant ultra Crasto de Latronis» en el doc. citado, etc.) indica más bien un menhir; Viterbo: ‘mojón elevado o peña que sirve de demarcación o a la entrada de una tierra o pueblo’, ‘altar pagano’; Sarm. (CaG. 74r) halla, además del doc. de 1130, cit. arriba, un texto visigótico que habla de una Anta fixa, en una descripción de Lugo. Se ha empleado una variante (femenina) ante ausente de casi todas las fuentes lexicográficas, que sólo Carré (2.ª ed. 1933) recoge «losa de piedra plana y de gran tamaño con las que se hacían los dólmenes»: empleóla un escritor tan entendido en el arte popular y en serio saber gallego como Castelao, aunque en su última y más erudita publicación, pero la realidad fundada de esto queda incierta. En As Cruces de Pedra na Galiza (1949) hablando del tratado de San Martín Dumiense sobre las supersticiones de los rústicos paganos (una de ellas «mensas ornare») «alcender candeas nas encrucilladas... cicáis teña algo que ver c’o culto do sol, representado na ante simbólica de Galiza pola swástica de tres aspas» 119.1. Hay muchas aldeas Anta y Antas en toda Galicia y también hay tres Antes, una hacia Muros y dos cerca de Santiago; pero conviene desconfiar: también hay por lo menos un Antes en Portugal, mas parece que en 1064 tiene la forma Eilantes (CortesƟo). Como nombre de lugar hay también algún ej. en la España oriental: Antas en Almería, Antella junto al Júcar en Valencia, y seguramente, con pronunciación arabizada, el churro Andilla junto al Villar del Arzobispo. Anteira en Viana do Castelo es una especie de mojón (Basto, RL XVII, 79).―

3 Según Benveniste, Les Infinitifs avestiques. En el libro IV del Rig Veda, p. ej., se lee: Bhaspatis... tastambha sahasā vi jmo antān ‘Birhaspati separó forzudamente uno de otro los fines de la tierra’ (50.1a). De la idea de ‘fin, cabo’ se pasó ya en védico a la de ‘esquina, canto’, de donde el empleo de ánte en caso locativo para ‘cerca’, que ya leemos en el libro X 34.16 del Rig Veda. De ahí además en sánscrito el adverbio-prep. anti ‘frente (a)’, ‘junto (a)’ y los adjetivos antya-h ‘último’ y antiká-h ‘cercano’ (antikám ‘cercanía’).―

4 Formas en Chantraine, Grammaire Homérique, p. 361.―

5 Cf. Lejeune, Phon. du Mycénien et Gr. Anc., 51b.