ANEMO-, primer elemento de compuestos cultos procedente del gr. ıνεμος ‘viento’: anemocordio (formado con χορƌƲ ‘cuerda’); anemófilo (con ưίλος ‘amigo’); anemógrafo (con Ɣράưειν ‘describir’), anemografía, anemográfico; anemómetro [1858; con μέτρον ‘medida’], anemometría, anemométrico; anemoscopio [Aut.; con σκοπεƗν ‘examinar’].

Anémona [anemone, Laguna, 1555; la Acad. sólo admite las formas anemone y anemona, pero la acentuación anémona, aunque bárbara, es general], tomado del lat. anemōne y éste del gr. ęνεμǠνƓ íd., derivado de ıνεμος, por abrirse fácilmente al contacto del viento. Los helenistas no están de acuerdo acerca de esta etimología, sostenida por el Diccionario etimológico más reciente, el de Frisk y por Prellwitz y Solmberg; H. Lewy y B. Hofmann prefieren la etimología a base del nombre semítico de Adonis, y Boisacq vacila citando más bibliografía, que debería examinarse directamente, pues las razones que dan unos y otros no resuelven la duda. Hay además la anémona de mar, nombre de un pólipo de colores vivos, que por ello se comparó con los colores vistosos y diversos de las anémonas. La comparación debe de haber sido ya algo antigua y difundida entre la gente costeña de Galicia, donde debió de aplicarse a otro ser marino la amoniña (del dim. *anemo-niña) que Sarm. describe como una ‘concha bivalva (curva pero con tapa plana) colorada como un tomate partido pero de color nacarado por dentro y sin orejas’; el color es tan vistoso que en Marín les llaman conchas de ouro (CaG. 238v, 190r). Casi fatal en combinación consonántica eran las haplologías, metátesis y disimilaciones: acaso de anemon-attas (dim.) > *an(o)matas > gall. NE. amentas ‘caramujos que se sacan con un alfiler’ (Sarm. CaG. 236v); y también por la disimilación y la s del artículo las amoriñas, ayudando la etimología popular, se convertiría en las señoriñas (cual si fuesen ‘señoritas’) también descritas por Sarm. como conchas con fondo de nácar (190r, 238V y pp. 216 y 217). Pero cerca de Pontevedra, donde él observaba está muy propagado el seseo y su ultracorrección, de suerte que las (s)amoriñas también se convertía en las zamoriñas ‘conchitas pulidas, entre berberechos y vieiras’ (84v, 124v, 125v, 232r; claro que ayudó el influjo de Zamora y zamorana), así conocidas en Pontevedra, pero zamboriñas en la ría de Xubia (220v, A15r) donde puede haber contaminación de ZABORRA, otro elemento marino. La coincidencia con el venec. samarúgole ‘especie de concha marina univalva’ (vid. SAMARUGO) es limitada y casual; todavía peor la de χάμις o semiaurita en que piensa Sarm.