ANAFE, ‘hornillo portátil’, del ár. hispánico y magr. nâfiȟ íd.

1.ª doc.: alnafe, 1475, Guillén de Segovia (Nougué, BHisp. LXVII), 1599; anafe, González del Castillo († 1800).

Dozy, Suppl. II, 695b (que anula la etimología fonéticamente imposible del Gloss., 184, aceptada por Eguílaz). Derivar del a. alem. ant. hnapf ‘vaso’ (comp. cat. anap, fr. ant. hanap íd.), como quieren la Acad. y Giese (VKR VII, 40, con datos de interés acerca de la forma del anafe), no es posible por razones semánticas y geográficas, pues en España no hay palabras tomadas del alto alemán, y en los demás dialectos germánicos el vocablo termina en -pp y por lo tanto no podía dar la f de anafe. El uso de la forma alnafe es constante hasta el S. XVIII; la variante anafe deberá considerarse como alteración puramente castellana (comp. ANA I), sin relación con la asimilación arábiga de la l del articulo a n-, pues ann- hubiera dado cast. añ-. Nâfiȟ es propiamente el participio de presente del verbo náfaȟ], ‘hincharse’, ‘soplar’, seguramente por la forma hinchada del anafe, que, según Aut., semeja una caldera1. La variante moderna anafre (Duque de Rivas) es también chilena (Rev. Folkl. Chil. II, 327).

1 Podría pensarse, como lo hace Covarr. (aunque refiriéndolo al hebreo), en la idea de ‘soplar’ «véase un hombre soplando en un arnafe»: Quiñones de B., ed. Cotarelo, 828b), pero entonces no se explica que sea un participio activo.