ALPES, ant., ‘montes altos’, del nombre propio Alpes.

1.ª doc.: hacia 1440, Rodríguez de la Cámara.

En este autor y en el Canc. de Castillo es visible que se trata de la aplicación traslaticia del nombre de la cordillera centroeuropea (vid. DHist.), pero en Díaz Tanco y en el pasaje que cito en nota1 se halla como verdadero apelativo; es posible que sea un caso de conservación en España, como nombre común, de la misma palabra prerromana con que se denominó los Alpes2.

DERIV.

Alpestre [1582: Herrera], del it. alpestre, derivado del anterior. Alpino [1589], tomado del lat. alpinus. Alpinista y alpinismo [faltan aún Acad. 1884].

1 «Siguiendo nuestro camino para pasar los puertos y alpes de las syerras de Buytrago», en texto atribuido al madrileño Diego Hernández de Mendoza h. 1465 (RFE VIII, 135). APal., 15b, se refiere al uso de un alpe en singular.―

2 En todo caso esta palabra se conservó en Portugal, donde alpe ‘monte’ es muy frecuente en los SS. X y XI, por lo menos en la zona del Miño y de Coímbra: RL XXIV, 207; XXIX, 287-8. También el fr. alpes puede referirse a montes cualesquiera (Faits des Romains, a. 1213: Rom. LXV, 507). Para el origen y significado del étimo, vid. entre otros Prati, RLiR XII, 48. Un nombre de lugar céltico ha conservado la misma raíz en España: Alpuébrega (vid. M. P., Oríg., 146; Loewenthal, ZONF IV, 269ss.).