ALMIRANTE, del antiguo amirate, que viene del ár. Ȑamîr ‘jefe’ (derivado de Ȑámar ‘mandar’), probablemente por conducto del gr. bizant. amirás, -rádos, y el b. lat. amiratus.

1.ª doc.: 2.a mitad S. X, Glosas de Silos1; almirante, Partidas2.

Las terminaciones de las formas romances presentan dificultades, pero el caso más claro es el del castellano. No es posible separar la forma amirate, que hallamos además con el mismo valor en docs. aragoneses de 1062, 1085 y 1091 (Oelschl.), del b. lat. amiratus, que aparece en el franco Eginhardo († 844). Éste, por su fecha tan temprana, es probable que no venga del árabe de España, sino del bajo griego ęμιράς, tomado en los primeros contactos de los bizantinos con los mahometanos en el S. VII, y en el cual -as se comprende como mera terminación personal griega. La misma forma se halla, entre otras, en oc. amirat (Ronsasvals, Rom. LVIII, 9; pero en el v. 5 rima en -ant, por lo cual se deberá enmendar amirant). El estudio detenido de las demás formas romances no toca a este diccionario. Me limitaré a citar la principal biblografía y a poner de relieve algunos pormenores. Dozy, Gloss., 164-5; Baist, RF IV, 368-9 (que anula la opinión de Eguílaz, 224-5); Seybold, BDR IV, 119; FEW I 88-89; Scheludko, ZRPh. XLVII, 4223; Sainéan, Sources Indig. II, 393. No creo que sea lícito despachar las variadísimas terminaciones romances limitándose a decir que son agregados de fantasía, como afirma Sainéan; es verdad que en las formas amirafle, amiracle, etc., de los Cantares de Gesta franceses entró en juego este factor, pero ha de haber algo mas que esto, en las básicas, como en la cast. -ante y en it. amiraglio, fr. amiral (antes amirail), cat. almirall [S. XIII: Alcover], gall. ant. almiral, armiral, almiralho (Cantigas, 35.14 y 17, 87.8). Esta última la hallamos también en castellano antiguo: almiral en la Gr. Conq. de Ultr., almiralle en las Andanzas de Tafur y en Díaz de Gámez (DHist.); parece ser de origen catalán o galorrománico, y se trató de darle forma castellana, de donde resultó almiraje (como ajo = all), forma que hallamos en 1255 y 1260 (Lang, RH LXXVII, 195n.; DHist.). Me cuesta creer que -al(l) sea un agregado puramente romance sin justificación histórica, como quieren Dozy y Seybold; me inclinaría a volver por la idea de Engelmann, de que se trata del artículo que precede al complemento regido por Ȑamîr, sobre todo teniendo en cuenta la forma admirabilis mundi que cita Seybold como transcripción de Ȑamîr al-muȐminîn ‘jefe de los creyentes, Miramamolín’: es evidente que admirabilis no es más que una latinización fantástica de la forma hablada amiral y siendo mundi la equivalencia de muȐminîn, claro está que amiral tiene que ser lo restante, es decir, Ȑamîr + al-.

Desde el punto de vista semántico, subrayaré que en los textos arcaicos, y de acuerdo con el significado árabe, almirante no es forzosamente el jefe de la marina, sino también ‘caudillo, general’ (así en la Gr. Conq. de Ultr., etc.), o un escalón de la escala feudal intermedio entre ‘conde’ y ‘caballero’ (así en los textos citados de los SS. X-XI). Del castellano se tomó el vasco almirante, que ahí significa ‘alguacil’ (vid. Tovar, DEVco., con cita de un trabajo de Michelena en Egan, 1962, 299ss.), alterado luego en albiente (cf. la evolución semántica paralela en alguacil < wazir), y almiente en Etxarri-Aranaz (Supl. a Azkue2). De origen parecido podría ser el guip. almameru, íd. Según Seybold la especialización marítima nació entre los normandos de Sicilia y de allí se propagó a los demás países de Europa. Nótese que en el S. XIII todavía es usual precisar diciendo Almirante de la Mar, Almirante do Mar (así en los documentos citados de 1255 y 1260, y en Gómez Chariño), si bien, en las Partidas, Almirante a secas se entiende ya en el sentido moderno.

DERIV.

Almirantazgo [Nebr.: -adgo], almirantazgo en 1405 (BHisp. LVIII, 356) necesita comprobación.

1 En el texto latino, como grado intermedio entre los condes y los simples caballeros (M. P., Oríg., 27).―

2 Como gallego en Gómez Chariño, S. XIII: Cotarelo, BRAE XVII, 864.―

3 M-L. (REW, 423) comete una confusión al citar este artículo, diciendo que las terminaciones -al, -ar, -an se explican por el artículo que precedía al «nombre propio» siguiente, a cuya inicial se asimilaba la l del artículo árabe. Pero si lo que siguiera a Ȑamîr fuese un nombre propio de persona éste no llevaría artículo en árabe, y además este nombre no podría ser nunca, con arreglo a la sintaxis árabe, el del emir, sino el de sus súbditos o del lugar donde mandaba. Se trata de la idea de Engelmann expuesta arriba, pero mal entendida.