ALMÍBAR, ‘azúcar disuelto y cocido hasta que toma consistencia’, ‘dulce de fruta con almíbar’, del ár. mîba ‘especie de jarabe hecho con membrillo’, palabra de origen persa.
Engelmann (Dozy,
Gloss., 164) propuso derivarlo de
míbrat que Freytag (I, 103
a) traduce ‘azúcar’. Pero la forma y significado de esta palabra (que falta en el
Suppl. de Dozy) son muy dudosas. El mismo Freytag cree que propiamente significa ‘azúcar que ha de partirse con una hacha’, con arreglo á su etimología persa, y agrega que el
?auharí vocaliza esta palabra como
m-b-rrat (es decir: ¿
mubárrat?)
. La buena etimología la da Eguílaz, creo a base de una comunicación de Simonet.
Mîba figura en el Calendario de Córdoba de 961, en la locución
šarâb al-mîba, es decir, ‘jarabe de
mîba’, como un producto que suele hacerse en el mes de setiembre, y el africano Abenalhaxxá (S. XIII), en su glosario del Razí, describe la
mîba como un jarabe conocido que se hace con azúcar, vino y zumo de membrillo (Dozy,
Suppl. II, 627
a); Freytag (IV, 222
a) recoge el vocablo en el texto del Razí, como cierto preparado de membrillo, y en el
Qamûs, como un medicamento. Freytag y Abenalhaxxá están de acuerdo en que se trata de un vocablo de origen extranjero en árabe, y Dozy dice que viene del persa
maȳ bih ‘vino de membrillos’. De todo esto se deduce que el membrillo entraba en la formación de la
mîba1; ahora bien, Covarr., que nada sabe de esta palabra arábiga, define «
almivar: el çumo del membrillo, o de otra fruta incorporado con el azúcar, o miel de conserva hecha de azúcar». Es verdad que Dozy y Freytag, guiándose por la etimología persa, creen que nuestra palabra arábiga debe vocalizarse
máȳba, pero esta opinión está desmentida por el testimonio explícito de Abenalhaxxá, reproducido por el propio Dozy, y por la traducción latina coetánea del Calendario de Córdoba, donde se transcribe
miva2.
El género femenino de la voz árabe se ha conservado hasta hoy en la Argentina, en Andalucía y en otras partes de América y de España (Toro Gisbert, BRAE VII, 294; RH XLIX, 330), y la adición de -ar es otro caso del fenómeno estudiado en el artículo alféizar: es natural, por lo tanto, que andaluces e hispanoamericanos formen el diminutivo almibíta(r) o almibíca(r) (Toro); pero en este caso el factor decisivo en la introducción de la -r es el influjo del antónimo acíbar (que a su vez debe a almíbar su í). En cuanto a la acentuación nuevomejicana almibár (Espinosa, BDHA I, 53), completamente aislada, no puede tomarse en consideración para la etimología.