ALFÉIZAR ‘hueco de la ventana’, origen incierto, quizá del ár. fásha ‘espacio vacío’.
1.ª doc.: alfeiza, en Aut. (1726); alféizar en Selgas [† 1882].
Dozy,
Gloss., 112. Baist,
RF IV, 378, objeta que la noción de ‘espacio’ (ár. clás.), ‘espacio vacío’ (Bocthor), es demasiado abstracta para que pudiera dar la concreta de ‘alféizar’; pero el caso es que esta noción ha dado las no menos concretas de ‘patio, espacio descubierto entre paredes’, ‘plaza pública’ y ‘habitación al descubierto’, que tiene
fasha en Egipto, Sicilia y otras regiones occidentales (Dozy,
Suppl. II, 264
b). El vocablo era
fúsɅa en la lengua clásica, pero el vocalismo
fásɅa era el que corría o corre en España (PAlc.
fázha ‘intervalo de tiempo’) y en Egipto (Lane, en Dozy). Es concebible que vulgarmente
fésɅa se traspusiera en
*féɅsa, que debió cambiarse en
al-feiza, como
lección en
leición. Aut. y Terr. sólo registran la forma en
-a, mas el primero da el vocablo como masculino, lo cual no puede sorprender tratándose de palabra en
a- inicial; hoy la forma normal es
alféizar, y no es de extrañar la adición de
-´ar , que se agrega a multitud de palabras mozárabes y andaluzas (V.
ALMÍBAR)
1. Las etimologías que propone Eguílaz, 164, son indefendibles semántica y fonéticamente. En cuanto al port.
alfeizár o
alferizár ‘mango de la sierra’, que Steiger,
Contr. 113, identifica con nuestra palabra, es improbable por la forma y el significado que tenga algo que ver (Dozy le busca un origen bereber que también tropieza con dificultades); el port.
alfeça, siendo un ‘pedazo de hierro, hueco en el centro, sobre el cual se asienta la chapa que se quiere perforar con un punzón’ (Fig.), quizá tenga el mismo origen que
alféizar, pero de otra parte la ac. «instrumento de ferro para rasgar terra dura» nos lleva lejos y deberá relacionarse con el val.
fes ‘azadón’, ár.
fâs íd., como hace Steiger.
1 En parte se trata de un sufijo, equivalente mozárabe del sufijo átono castellano -´aro , pero en parte se trata también de una simple -r anorgánica que aparece como ultracorrección de la pronunciación relajadísima o nula de la -r final andaluza. Véanse casos de lo primero en Simonet, s. v. lánchar, lancharón, lángar, pínyar, xílvar, xípar. El segundo proceso es muy frecuente en nombres de lugar: Cónchar, que es Concha en 1492 y en Abenaljatib (Simonet, s. v. conca); Oxícar, en Pérez de Hita, ed. Blanchard, I, 22, pero Oxica en la ed. Rivad., 517b; Arcicóllar, en Toledo, que era Arcicolla en 1191 (M. P., D. L., 261.11); Modúbar, tan al Norte como Burgos, antiguamente Motua, Mudua, Motuba (M. P., Oríg., 333); Tánger, llamado Tánjar por PAlc., es TánǤa en árabe y viene de TINGIS (Simonet, s. v. Tháncha); Mojácar, en Almería, cuyo étnico mojaquero indica que antes fué *Mojaca; etc. Para el sentimiento lingüístico actual de los andaluces esta -r es un elemento postizo e inconsistente que no se tiene en cuenta para el género ni la derivación, y así azúcar, almíbar y nácar son femeninos en Andalucía y se forman los diminutivos azuquítar y almibítar, que he oído muchas veces allí y en América; también en Méjico se ha dicho albácar, por albahaca (BDHA IV, 319). Más arriba se ha visto el caso inverso de alfanje < ȟánǤar, aunque éste puede tener otra explicación (véase el artículo). No sé de dónde sacó M-L. (Homen. a M. P. I, 80) que hay un sufijo átono árabe -´ar ; por lo menos no es conocido. ↩