ALCALDE, del ár. qâȓī ‘juez’, participio activo de qáȓà ‘resolver’, ‘juzgar’.
Empieza a aparecer a fines del S. XI y no se hace frecuente hasta el XII. Neuvonen, 108-110. Desde entonces convivió
alcalde con la vieja palabra latina
juez, y se distribuyeron las dos denominaciones entre los varios tipos de funcionarios judiciales (vid. M. P.,
Cid, 445-7), pero en la Edad Media
alcalde no es normalmente más que un juez de carácter especial. Más tarde se le acumularon las funciones municipales, que acabaron por predominar, pero todavía cuando Lope y Calderón escriben sus comedias del Alcalde de Zalamea, este funcionario conserva algo de su carácter primitivo. El cambio fué paulatino. En 1490 ya APal. (378
b) traduce
praefectus por
alcalde o
adelantado, pensando en las nuevas funciones, pero Nebr. no piensa más que en el «
alcalde mayor de justicia». Para la segunda
l, debida a la articulación especial de la enfática arábiga
ȓ, vid. Steiger, 162-5. Es rara la variante
alcade (
DHist., s. v.);
alcate en tres documentos de Mañeru (24 km. al SO. de Pamplona) de 1229 (Michelena,
FoLiVa I, 44), en uno de 1130 de cerca de Estella y otro del S. XIII de Tafalla (ib., nota 31). Azkue da
alkate como vasco común. Las otras variantes
alcalle,
alcall, se explican por la asimilación estudiada por M. P.,
Oríg., 305-6 y
l. c. El port. ant.
alcalde fué siempre funcionario judicial, y lo mismo ocurrió con el cat. ant.
alcalde, que además sólo se aplicaba a los jueces de moros o a instituciones de antecedentes islámicos
1; el fr.
alcade [1323: Schmidt,
BhZRPh. LIV, 96] se refiere únicamente a cosas de España. Para otros detalles de la historia del vocablo, A. Badia,
Homen. Millas Vallicrosa I, 1954, 67-82.