ALCAICERÍA, ‘lonja a modo de bazar donde tenían los mercaderes sus tiendas’, del ár. qaȳsārîya íd., derivado de QáȳɊar, nombre que daban los árabes al emperador romano, procedente del lat. CAESAR.
Para documentación y detalles arqueológicos, Torres Balbás,
Al-And. XIV, 431-35. El vocablo árabe está bien documentado (con
Ɋ y con
s) en Oriente, en África y en España (
caecería ‘lonja de mercaderes’ en PAlc.), y Hurtado de Mendoza ya indicó su etimología. Según una opinión de Simonet reproducida por Dozy,
Suppl. II, 432
a, se explicaría el nombre por tratarse de lonjas autorizadas por el César a cambio de un tributo, comp. el latín
basilica ‘lonja’, procedente de
βασιλικóς ‘perteneciente al rey’; pero como según los datos de Dozy es nombre particularmente usual en Siria y Egipto, el hecho citado por Steiger,
VRom. IV, 352, de que en el Haurán, provincia del primero de estos países, designa el palacio de los antiguos gobernadores bizantinos, sugiere la posibilidad de que el nombre venga de una nueva utilización dada por los conquistadores árabes a los edificios oficiales de la administración bizantina: entonces
qaȳsarîya sería arabización de
καισάρεια, ya formado en griego como derivado de
KαƗσαρ ‘César’. En España el vocablo designó especialmente, en el Reino de Granada, la lonja de la seda, empleada no sólo para la venta de este producto, sino también para la percepción de los derechos que por él cobraban los reyes moros a los cosecheros; mientras que en los fueros medievales de Aragón, Alcarria y tierras de Cuenca es un conjunto de tiendas pertenecientes al rey y alquiladas a los mercaderes judíos (Tilander, 241-3; Neuvonen, 89); también se empleó en portugués
alcaçaria (o
algazaria,
aljazaria: C. Michaëlis,
RL XIII, 330), y según un doc. de 1315, citado por Dozy,
Gloss., 79, el cat.
alcaceria había tomado la ac. de ‘mercancías’. Es notable que la forma con diptongo
alcaicería (o
alcaecería1:
DHist.) no aparezca hasta fines del S. XVI, mientras que
alcacería figura todavía en el XV en González de Clavijo: evidentemente el vocablo se alteró en España por influjo de
alcázar, con el cual nada tenía que ver originariamente, contra la opinión de Tilander, y sólo en fecha tardía y con carácter culto se restableció el vocalismo arábigo correcto. Es posible que la forma
alcaicería fuese también popular desde antiguo en castellano: se me cita ahora un ej. en un doc. de Guadalajara de 1384 (
BHisp. LVIII, 86, 84). Pero sería imprudente asegurarlo. Siempre son algo arriesgadas las deducciones fundadas en argumentos de lingüística cuando además sólo se basan en deducciones filológicas
ex silentio; pero atienda el prof. Pottier que es muy peligroso, y en España todavía más que en Francia, fundarse sólo en la presencia de una variante fonética en un documento publicado por un estudioso ajeno a la filología. Peor si se trata de historiadores locales, en los cuales está arraigada la costumbre de enmendar los detalles fonéticos de las palabras para eliminar los que ellos creen, a la ligera, «errores de copia». Mucho cuidado, pues, con hallazgos tan fáciles y tan frágiles.