ALBUR, ‘pez de río malacopterigio, semejante al mújol o liza’, ‘cierta peripecia en el juego del monte’, del hispanoárabe bûrī íd. (ár. bū), derivado del nombre de la ciudad egipcia de Bura.

1.ª doc.: J. Ruiz, IIIa; Canc. de Baena, n.° 382, v. II.

Que el ár. bûrī era el mismo pez que el cast. albur lo atestigua PAlc., y R. Martí traduce aquél por mugilis, como Nebr. hace con albur; el clásico bū ya aparece en el Idrisi y hoy bûri «mulet», «mugil», es usual en todo el Norte de África (Brunot, Vocab. Marit., s. v.)1. La fecha de aparición del vocablo castellano prueba que no puede venir del bearn. aubour (como cree Wartburg, ZRPh. XLI, 188; FEW I, 62b), si éste procede del lat. ALBURNUS, pues a principios del S. XIV aún no se había perdido la -n tras r en bearnés ni se había cambiado la o en ou. En cambio sería posible que el bórdeles aubur venga del castellano, pues allí no aparece hasta 1612; pero no parece posible pensar lo mismo del bearn. aubour, puesto que éste ya aparece como auborn en un doc. de 1480 de Saint Sever (Landas), aunque se trata de un pez fluvial (como el albur)2. Mas primero debería examinar un ictiólogo si se trata de un mismo pescado, y si éste es idéntico a Saintonge aubourne ‘leuciscus vulgaris’, vco. alborna en la Sule, alburno en Lapurdi y albuerno en Sule y b. navarro «loina, pez de río blanco y espinoso» (y «brème», equivalencia dudosa, en francés), a. nav. alburun (Azkue). El cat. albor, que vendrá también del árabe, es según Fabra el ‘alburnus lucidus’, pero Huerta (citado por Eguílaz) dice que el albur es el fr. gardon, que según Littré sería el ‘leuciscus idus’, de suerte que parece haber una relación: quizá estemos ante un caso de homonimia casual. Comp. Dozy, Gloss., 74. El gall. albor es pez marino y el albur es de río; aquel según informantes de Sarmiento se parece al múgil y al panchoz (CaG. 81v, 205r y p. 196).

En cuanto al albur de las cartas, se trataba de un vocablo que «sólo tiene uso en India y su carrera» según Aut., y de hecho la documentación más antigua nos la proporciona un indiano, Rosas de Oquendo, en los últimos años del S. XVI3. Ahora bien el pez albur era típico de Sevilla, a juzgar por los testimonios de J. Ruiz y del P. Las Casas, y lo mismo éste que Fernández de Oviedo y el P. Cobo hablan de sus equivalentes americanos. En el juego el albur, según nos lo describe Aut., era una carta que sacaba el banquero y que podía hacer ganar a éste o al jugador; si además tenemos en cuenta que a uno de los albures se le llama el saltante en Cuba (Pichardo) quedará clara la comparación con un pescado que el pescador saca del agua; secundariamente el vocablo ha significado ‘contingencia a que se fía el resultado de una empresa’ y en Santo Domingo llega aibur a significar «comentarios, decires» (Brito)4, evolución extrema que no puede sorprendernos tratándose de una metáfora marítima originada en las Indias. Asín, Al-And. IX, 17, quiere separar albur, ‘peripecia del juego del monte’ y ‘contingencia’, de albur en su sentido propio, como nombre de pez [procedimiento siempre improbable], y para aquél parte del infinitivo ár. bûr ‘el acto de someter a prueba alguna cosa’; es raíz conocida en árabe, aunque en las fuentes vulgares aparece con otras acs., y en este sentido los léxicos traen báur y no bûr. Además es muy raro que un infinitivo arábigo haya pasado al romance, y aun bûr era de esperar que diese *albor y no albur, con arreglo a la pronunciación corriente. Hay que desechar la idea.

DERIV.

Alburero ‘el que juega a los albures’: Luque Fajardo, 1603, habla de las fullerías de los criollos del Perú y de los albureros de Nueva España.

1 El dato de la derivación de Bura, «porque allí se hace mucha botarga», lo halló o propagó Sarmiento, hombre sabio y, para su tiempo, no carente de erudición oriental, pero en ese terreno poca e indirecta.―

2 Peys qui no sie de mar, cum son lus, tengues, auborns et angeles, Millardet, Textes, p. 118.5, que define «ablette, vandoise» remitiendo a Rom. XXXIII, 139, XXXVI, 254, artículo anbur.―

3 «Do estavan quatro muxeres / que albures aparexavan / y io, llegando al corrincho, / humillde las saludava», Romance a México, en RFE IV, 358.―

4 En Puerto Rico ‘mentiras, infundios’. En Colombia alburearse ‘hacerse con dinero’. Malaret, Supl.