ALBACEA, del ár. waɊîya ‘cosa encargada en testamento’, de la raíz wáɊà ‘encargar’, ‘hacer testamento’.
Suele enseñarse que
albacea viene del ár.
waɊî ‘albacea’, ‘tutor’
1, lo cual no nos explica la terminación castellana. En realidad parece que
albacea significó primero ‘albaceazgo’, secundariamente ‘albacea’, y viene del abstracto árabe
waɊîya que registran Freytag en la ac. definida arriba, y Dozy,
Suppl. II, 815
a, en otras derivadas de la misma. En las Leyes de Moros castellanas del S. XIV (
Memorial Hist.
Esp. V, 205, 208) sale
alguaçé en el sentido de albacea o fiador de una transacción comercial, y en el segundo pasaje varias veces
alguaçea como variante de
alguaçé. La confusión, pues, entre las dos ideas se introdujo pronto en sujetos de habla romance que habían perdido el sentido lingüístico del árabe. El vocablo fué al principio propio de moriscos y castellanos nuevos; todavía en el S. XVI el zamorano Dr. Villalobos cita
albaceha entre las palabras moriscas con que «los toledanos ensucian la polideza de la lengua castellana» (M. P.,
Oríg., 461). Esta entrada tan tardía en el castellano común es lo que explica que
albacea sea el único caso en que el
w arábigo fué reproducido por
b y no por
gu, según es normal. Es sólo palabra castellana, muy rara en portugués (port.
testamenteiro,
cumpridor, cat.
marmessor).