ADREDE, ‘con intención, deliberadamente’, origen incierto, probablemente del gót. AT *RED ‘por consejo’.

1.ª doc.: 2.a mitad S. XIII, Alfonso X.

También port. adrede íd. [1.a mitad S. XVII: Moraes]. Se ha venido repitiendo que adrede viene del lat. DIRECTUS ‘derecho’. Ya lo sugirió Covarrubias. Para obviar la dificultad fonética varios romanistas han admitido que es un extranjerismo, tomado de la lengua de Oc o del catalán, donde DIRECTUS da regularmente dreit, dret. En particular Diez, Wb., 415, mencionó el cat. a dretes ‘adrede’, y se adhirieron a esta opinión Nobiling, ASNSL CXXIV, 335; Spitzer, Neuphil. Mitteil. XXII, 48; Brüch, ib., 117; M-L., REW, 2648; y otros, entre ellos Piel, Pg. Fgn. d. Görresg. VIII, 1968, 151-2, ahora. Hay que advertir, sin embargo, que el cat. adret ‘adrede’ que toman como base Brüch y M-L. no existe, aunque lo registre el diccionario de Vogel, de escasa autoridad: hay confusión con a dretes, que sí existe, aunque sólo dialectalmente y con escasa vitalidad. No hay duda de que se trata de una alteración por etimología popular de adredes, registrado por el diccionario de Torra (1726) y hoy usado en algunos pueblos cercanos a Aragón: claro está que éste es un castellanismo. Spitzer formuló su idea con mejores fundamentos filológicos: se trataría del cat. a dretcient ‘a sabiendas’, cuya segunda parte es el lat. SCIENTEMel que sabe’, formación paralela a la del fr. a bon escient de igual significado; a dretcient está documentado por Ag. en dos textos de los SS. XIV-XV, y no me cabe duda que de él es alteración el moderno a gratcient ‘a sabiendas’. Mas para admitir que de esta voz catalana pudo salir el cast. y port. adrede debería probarse que a dretcient fué abreviado en alguna parte en a dret, de lo cual no existe el menor indicio; que por una casualidad nos hubiera pasado inadvertida la existencia de tal vocablo es tanto menos verosímil cuanto que ya hubo de existir en el S. XIII sí queremos derivar de él el cast. adrede. Por lo demás esperaríamos que la castellanización de un *adret hubiese dado *adrete (según el modelo del sufijo -ete) o *adredo (de tomarse como modelo vinyet-viñedo), pero no hay palabras castellanas donde -ede corresponda a -et catalán. Tratándose de palabra tan importante dentro del idioma y de existencia constante desde los orígenes de la lengua, creo debe abandonarse la hipótesis de un catalanismo. Y no veo otra explicación que un origen gótico. Aunque *rêths ‘consejo’, ‘provisión’, no está documentado en los textos de Úlfilas, nadie pone en duda su existencia en gótico, pues es palabra común a todos los idiomas germánicos, y dió multitud de derivados (garedan, urredan, undredan, garedaba) en el lenguaje de la Biblia gótica, varios de los cuales dejaron copiosa prole romance (conrear, arrear, etc., vid. Gamillscheg, R. G. I, 363-5; II, 290-1); en particular nuestro sustantivo *rêths, latinizado en *RDUM, dió el fr. ant. roi ‘consejo’, ‘orden’ (ne savoir roi ‘no saber qué hacer’ < ‘no saber consejo’). El uso de la preposición at, de sentido semejante al de nuestra ‘a’, era frecuente en construcciones semiadverbiales de acusativo o de dativo, p. ej. at maúrgin ‘por la mañana’, at mel ‘a la hora’, at dulth ‘por las fiestas’, at andanahtja ‘por la tarde’, etc., luego la construcción de acusativo at rêd ‘por consejo’, ‘con consejo’ sería normal, y el paso a la idea de ‘adrede’ es naturalísimo, comp. lat. consilio, consulto, que significan lo mismo. AT RED se latinizaría en *ATRDE > adrede. Una confirmación brillante de esta hipótesis la aporta el ast. arrede ‘con intención, expresamente’ (R): en el Norte, donde la colonización germánica fué más densa y por lo tanto estaba más extendido el bilingüismo, en vez de remedar servilmente la forma oída, se traduciría en AD RDEM; el mismo origen, si bien partiendo de otra ac. de la palabra gótica (‘orden’) tienen el cat. arreu ‘uno tras otro, por turno’, y oc. ant. a re íd. Como el contacto con los godos fué en el Centro de España más tardío que en Cataluña y Sur de Francia, se comprende que allí la -d- se conservara intacta mientras caía en palabras latinas como pie PEDEM. La única dificultad fonética que veo está en la conservación de la -e en castellano (en portugués es regular), quizá por influjo de la variante adedre (1.ª Crón. Gral., en DHist.), comparable al antiguo pedricar por predicar, y que sería frecuente en la Edad Media, pues existe también adedrañas ‘a propósito’ (ibíd.)1; una forma arderetan ‘a propósito’ se emplea en el vasco de Oñate (vizcaíno, cerca del límite con el guipuzcoano y castellano) [donde -tan es terminación adverbial agregada por el vasco] (Supl. a Azkue).

Spitzer, MLN LXXI, 278, reconoce que la vieja etimología es inaceptable y califica de ingeniosa mi etimología gótica, pero le opone varios reparos, y sugiere que podrían salvarse suponiendo que se trate de una forma latinizada de la locución gótica de que quisiera yo partir: AT RÊD > románico AD *REDEM DEcon el propósito de’; DE se habría aglutinado como en allende, y la primera d de adrede se habría introducido secundariamente «por asimilación a la d del final». Esto es claramente imposible, pues no habiéndose adrede empleado nunca como preposición, tal aglutinación no se justificaría; por otra parte no hay tales asimilaciones y el resultado arrede, que debíamos esperar y que de hecho existe en asturiano, de ninguna manera podía cambiarse en adrede.

A pesar de todos los escrúpulos, la existencia de arrede ‘adrede’ en Asturias hará impresión a todos, como se la ha hecho a Spitzer, y aconseja persistir en mi idea. Los reparos de Spitzer en parte carecen de consistencia: no se trata de «una frase prepositiva germánica» traspuesta por entero en romance, sino de una locución adverbial, y ¿por qué un adverbio no había de poder pasar al romance, por el mero hecho de ser analizable en dos palabras? Pasaron al romance varias locuciones arábigas perfectamente comparables: cat. a betzef, a la babalà, a balquena, en doina, it. bizzeffe, alla baballà, cast. adunia; ¿por qué habían de ser menos influyentes los germanos, con los cuales hubo comunión más íntima que con los moros? ¿No es germánico bigote < God, no se ha creído que lo es besoin, no es compagnon una adaptación de ga-hlaiba?

Es muy cierto que la preposición gótica AT, a juzgar por lo que nos muestran los textos ulfilanos, cuando rige acusativo sólo se aplica a nociones de tiempo, dificultad que no quise ni quiero disimular. Pero ni esos textos nos muestran completa la fraseología del dialecto ulfilano, ni mucho menos la de los demás dialectos góticos, entre ellos la del visigótico, único que interesa (para las discrepancias entre los varios dialectos del gótico, V. la nota de Hamp en MLN LXXI, 265-9). También at es ante todo preposición de tiempo y de lugar en inglés, pero esto no quita que allí y ya en anglosajón2 se emplee en multitud de locuciones adverbiales de modo: at peace, at work, at bay, at his request, etc.; y nuestro conocimiento limitado del gótico no nos permite dudar de que tales extensiones (figuradas si se quiere) existieran ya en gótico. At will ‘a voluntad’ es perfectamente comparable a at red; no hay por qué hablar de una construcción instrumental. En casos así at es realmente lo mismo que una mera desinencia adverbial: at red = aconsejadamente, con consejo, lat. consulto. Nótense construcciones ulfilanas como at imma rodjandin = eo loquente ‘hablando él’ (Marcos 14.43), at wenjandein than managein = existimante populo ‘reflexionando el pueblo’ (Lucas 3.15), etc. En definitiva, lo único fundado que veo a este aspecto semántico de las dudas de Spitzer es el empleo de at con acusativo y no con dativo, como ocurre en los casos citados, a lo cual se puede responder otra vez que la sintaxis visigótica no nos es conocida; por otra parte quizá deberíamos partir de la construcción dativa AT RÊDA y admitir que la -e es una alteración romance debida a la conciencia de que ahí había el sustantivo RED(E), que pasó también al romance y que al fin fué causa de la latinización completa arrede, consumada en asturiano.

En fin, hay el reparo fonético: conservación de la -e en adrede. Objeción que persistirá con cualquier etimología que se imagine, pues una -e cae siempre en castellano tras d, cualquiera que sea su origen (venga de una T etimológica o de una D). Luego de todos modos habrá que recurrir al influjo de la variante adedre, por poco convincente que esto parezca a Spitzer, a no ser que queramos explicárnoslo por un influjo fonético dialectal (del leonés) o arcaico. El hecho es que adrede es hoy palabra meramente literaria en una buena porción de España: en la Mancha (me observa J. Giner) sólo se emplea aposta, y lo mismo ocurre en gran parte de Aragón; Cuervo nota que en Bogotá dicen adredemente bajo el influjo de apostadamente; aquella forma la documenta copiosamente el DHist. en autores españoles desde el S. XVI, y difícilmente habría sufrido este influjo si su rival no hubiese sido de empleo más popular.

En fin, no creo que adedre fuese forma nada rara ni tardía, ni tampoco creo que se deba a una metátesis: son legión, como sabe muy bien Spitzer (de quien es la idea de relacionar -mientre con los adverbios en -TER, vid. AILC II, 3ss.), las partículas y adverbios castellanos con -re secundario (debido al influjo de -TER y a otros factores): alguandre, ajubre (ALIUBI), adelantre, algure(s) (ALICUBI), allondre, firmemientre, fuertemientre, buenamientre, etc., además de los etimológicos siempre, mientre (‘mientras’), sobre, entre, del cat. aldre, enjondre, oc. alhondre (ALIUNDE), fr. ant. escientre, nuitantre, soventre, etc., que en parte debieron de existir en castellano preliterario. Me parece claro que adedre viene de un *adredre con este «-re adverbial» y secundario, y que adrede, bien mirado, no es más que una reducción disimilatoria de este *adredre más antiguo, reducción demasiado tardía ya para que la -e pudiera perderse 3.

Piel, RF LXVII, 372, expone también escrúpulos fonéticos frente a mi etimología gótica: la -D (-τη) hubiera debido caer en portugués. Pero en primer lugar, además de que la TH gótica no siempre es tratada como D latina (sino muchas veces como T), empezamos por no estar seguros de que adrede sea genuino en portugués, donde no tenemos pruebas seguras de su existencia hasta 3 siglos después que en castellano. Pero sobre todo la objeción queda eliminada enteramente con la explicación que acabo de dar de la forma antigua en -dre.

1 Fijándome en la antigüedad de estas formas había pensado primero en lat. AD էTER (p. ej. cibi ad iter ‘comida para el viaje’, ‘expresa’, ‘exprofeso’) o AD էTERUM (partiendo de iterum ‘por su parte’, de donde ‘espontáneamente’, ‘intencionadamente’), pero la evolución semántica seria forzada y sorprendería la conservación de la D. Para ejs. del uso antiguo de adrede, además del DHist., y de los citados por Cuervo, Ap. § 383, puede verse J. Manuel, Caça, ed. Baist, 28.27; Conde Luc., ed H. Ureña, p. 129; Quiñones de B., NBAE XVIII, 545; Vélez de Guevara, La Serrana de la Vera, v. 3282; APal., 233d, 235d; Nebr., s. v. Como adjetivo cosa adrede en el Alfarache de Martí, Rivad. III, 393 (comp. adredemente). La ac. ‘forzosamente’ que se halla en PAlc. (Simonet, s. v. força) tiene antecedentes en el matiz ‘deliberadamente’, que es frecuente y en el de ‘con mala intención’ que notamos en los ejs. del Lazarillo, de Lope y otros que cita el DHist.―

2 Æt sæcce ‘in fight, at war’, æt thæmáde ‘a montón’, æt frumsceafte ‘al principio’, en el Beowulf, att ende ‘al fin’ en el Ormin (h. 1200), at wille ‘a voluntad’ h. 1250, at one mouthe, at ese, at nought, at eye en otros textos del S. XIII y primeros del XIV.―

3 Desecho la idea de que adedre pudiera salir del lat. AD էTERpara el camino’, de donde *‘exprofeso’, en alguna combinación como *un vestido adedre, teniendo en cuenta que nuestro vocablo no se encuentra nunca como adjetivo, además de que hubiera debido perderse la -D- intervocálica (no seria de buen método apoyar la idea en una etimología tan problemática como la de ADIESO).