ADOQUÍN, del ár. dukkân ‘banco de piedra’, que en España tomó el significado de ‘piedra de empedrar’.

1.ª doc.: 1572.

Después de este testimonio el vocablo, que no figura en Aut., no vuelve a aparecer en los textos hasta med. S. XIX. El cambio de â en í es debido a la imela de la pronunciación granadina, e indica que este arabismo no se introdujo hasta el final de la Reconquista. El glosario hispanoárabe del S. XI traduce el plural dakākîn por «pavimentum»1. Vid. Dozy, Gloss.; Suppl. I, 454b. Es inaceptable fonéticamente la etimología ár. kaȝȝan ‘piedra de adoquinar’ que propone Eguílaz. Del mismo origen que adoquín es el sic. ant. tuchiena ‘banco’ (a. 1500), De Gregorio, ZRPh. XLII, 96. Para este sic. tuchiena, documentado en el a. 1500, y para un cat. ant. duquena, vid. M. L. Wagner, ZRPh. LXIV, 166-7. Es dudoso que venga de adoquín el a. arag. tantonico, tantanico, ‘adoquín’ (RLiR XI, 175).

DERIV.

Adoquinar [1877, Clairac]; adoquinado [íd.].

1 Nótese que adoquín no fué al principio una piedra pequeña de adoquinar, sino algo de mayor tamaño. Vid. el primer ejemplo del DHist. y la definición de Terr. «nombre que dan los enlosadores a una losa o basa puesta al revés». Con esto estamos más cerca de la ac. arábiga inicial, y el hecho de ser término técnico de los enlosadores nos explica lo tardío de la generalización del vocablo.