MIMO, ‘cariño, halago, regalo, más o menos excesivo’, voz propia del castellano y el portugués; probablemente voz de creación expresiva, aunque con ella vino a confundirse el greco-latino MզMUS ‘comediante’, ‘sainete, farsa popular’, de donde se llegó asimismo al sentido romance pasando por ‘monada, melindre’ y también por ‘cortesana’, ‘amante’.
1.ª doc.: mimo, h. 1580, F. de Herrera; «mimar: blandior», Nebr.
En vista de estos datos, ¿qué es lo primario: el verbo mimar o el sustantivo mimo? Quizá no se pueda resolver esta pregunta, en vista de lo equilibrado de la respectiva documentación antigua. La vacilación entre mimar y amimar por una parte, y por la otra la antigüedad y arraigo considerables del adjetivo mimoso (Pícara Justina, Quevedo; Camoens), inclinan levemente la balanza en favor del sustantivo.
Diez, Wb., 468, en vista del it. mimmo, mimma, ‘criatura’, ‘niñito, -a’, y del port. meiminho ‘meñique’, quería derivar estas palabras, junto con el cast. mimo y mimar, del lat. MէNէMUS; claro está que esta etimología es imposible (y para meiminho V. MEÑIQUE), pero será bueno no perder de vista el it. mimmo. Schuchardt publicó en ZRPh. XIV, 177-8, una nota destinada principalmente a refutar la etimología de Diez, pero agregó por su parte que mimo viene del grecolatino MզMUS ‘histrión’, de la misma manera que momo sale del gr. μǠμος ‘vituperio’, ‘burla’; M-L. (REW 5580 y 5653) declara su escepticismo ante esta última etimología, pero acepta la de mimo. En favor de ésta se pueden dar razones de cierto peso. MզMUSl> fué palabra muy popularizada en latín, como lo prueba la ac. frecuente ‘farsa o alarde hipócrita’ (bien ejemplificada por el pasaje de Suetonio relativo a Tiberio, vid. Forcellini) y ‘mojiganga, ficción ridícula’. La evolución semántica que supone Schuchardt, ‘remedo’, ‘monería, monada’, ‘melindre’, ‘caricia’, es perfectamente posible. En su apoyo puedo citar algún caso bastante próximo2: caroca ‘representación teatral vulgar’ > ‘palabra o acción afectadamente cariñosa o lisonjera para obtener de alguien alguna cosa’ (de CROCUM ‘escena teatral’), y carantoña y carantamaula, que significando primitivamente ‘disfraz’ (antes ‘brujería’), pasaron a ‘caricia falsa e hipócrita’; estos dos últimos casos, aunque no alejados, ya son diferentes, y en todos ellos conviene no perder de vista que ha habido un fuerte influjo seudo-etimológico de caricia. Será bueno, pues, no aceptar ciegamente la guía que nos ofrecen estos paralelos. También hay que tener en cuenta otra posibilidad semántica. Mimos y cortesanas andaban ya emparejados en la literatura clásica griega, y en el griego medieval μιμάς tomó el sentido de ‘hetera, ramera’ y μιμάριον ‘burdel’; algo de esto hubo de trasmitirse al latín y al romance, puesto que en un muy antiguo escritor medieval, el Abate Pirminio, se halla mimaritiae ‘gestos libertinos’ o ‘palabras meretricias’ («christianus mimaritias et verba turpia et amatoria, vel luxuriosa, ex ore suo non proferat»). Pirminio, escritor lleno de vulgarismos, vivió en el S. VIII, y se le cree oriundo de España o del Sur de Francia. Schuchardt agrega un it. ant. mimetta > ‘amante, concubina’ (que por lo demás no puedo comprobar)3. Está claro, pues, que fácilmente se podía llegar por ahí a mimar ‘acariciar eróticamente’, matiz que me parece muy adecuado al empleo preferente de nuestro vocablo con referencia a mujeres y niños, y a su sentido especial, que no es tanto el de acción ficticia o hipócrita como malcriante y consentidora.
Sin rebajar la verosimilitud de esta etimología, quiero, sin embargo, subrayar el carácter fundamentalmente expresivo de la palabra mimo. Claro está que no podemos separarla del todo del it. mimmo ‘criaturita’, palabra esencialmente «vezzeggiativa» como nota Rohlfs (Diz. Catabro), y, sin embargo, mimmo no puede venir de MզMUS. El propio Schuchardt nota que en la historia de nuestra familia desempeñó importante papel la perfecta compenetración del sentido con el sonido. Así es por cierto. Y quién sabe si ya en el origen, pues al fin y al cabo las tentativas para hallar una etimología indoeuropea al gr. μƗμος no han conducido muy lejos (Walde-H. lo declara de orígen desconocido): ¿no seria también voz expresiva en griego? La raíz reduplicada m-m- era perfectamente propia para expresar tanto el parloteo insustancial del cómico de encrucijada como el balbucear cariñoso de la nodriza con su crío, de la madre con su niñito y aun de dos amantes embelesados. Desde luego hay que renunciar, pese a Covarrubias y a Schuchardt, a sacar del gr. μNjμος ‘reproche’, ‘escarnio’ (hermano del hereditario μέμưεσȎαι ‘reprochar’), la familia romance del cast. momo, que por más que Aut., bajo la sugestión de Covarr. y de la supuesta etimología, traduzca ‘mofa’ no es esto sino ‘comediante, pantomimo’4 o ‘comedia popular’ (así en el ej. más antiguo, med. S. XV, en Aut.)5, o bien ‘mueca, visaje’ [Celestina, Cl. C. XXIII, 39]6, hacer momos a una señora, etc., ‘cortejarla’ (con lo cual volvemos a acercarnos a mimo), port. momo ‘actor de farsa’, ‘representación mímica’, pero también «esgares, careta; disfarce, hipocrisia», fr. ant. momer ‘hacer una mascarada’, momerie ‘mascarada’, momon ‘máscara’ (de donde el alem. mummerei, sich vermummen, y el ingl. to mumm), it. antic. far le mùmmie ‘jugar al escondite’, etc. Está claro que todo esto forma una familia única, de naturaleza expresiva y de creación onomatopéyica, pero no es menos claro que la familia de mimo y mimar es enteramente paralela e inseparable. Hoy, que ya hemos perdido la repugnancia que en tiempo de Diez, y aun de Schuchardt y M-L., se sentía por admitir el poder inventivo de los idiomas, no debemos vacilar en reconocer en la alternancia vocálica mim ~ mom un indicio seguro de procedencia fonosimbólica, y lejos de ver ahí los descendientes hereditarios de palabras clásicas, reconoceremos cuando más a éstas un papel auxiliar, sin olvidar que ellas mismas (en el caso de μƗμος) tenían probablemente el mismo carácter, y que la diferencia de matiz entre mimo y momo, más fino aquél y más grosero éste, se debe precisamente a la oposición entre el contenido evocativo de las dos vocales.
DERIV.
Mimoso [2.º cuarto del S. XVI, Sz. de Badajoz: «que no vivo tan mimoso como los frailes y abades», en Cej., Voc.; ejs. de la Pícara Justina y de Quevedo, en Aut.; comp. nota 2 para el portugués; la coincidencia con el mimosus «ludosus» de las glosas latinas es notable, pero puede ser casual]. Mimosa ‘sensitiva, planta’ [Acad. ya 1817]: no se ha hecho bien la historia de este nombre, que en francés aparece desde 1619 (mimosa), en inglés en el S. XVIII y en portugués ya en Bluteau (1715): si, como éste dice, es planta originaria de América, el latín botánico lo tomaría del castellano o el portugués, donde tendría propiamente el sentido de ‘melindrosa’; que sea derivado culto de mimus ‘histrión’ no es inconcebible, pero sí más difícil semánticamente, y además mimosus no es palabra latina clásica ni medieval (se halla solamente en glosas). Mimar, V. arriba; mimador. Derivados del cultismo mimo ‘histrión’ [APal. 281d]: mímico [Acad. ya 1817], de mimicus íd.; mímica. Mimesis, de μίμƓσις ‘imitación’; mimetismo. Pantomimo [pantamino, B. de Villalba, h. 1580, en Fcha.; Covarr.], del lat. pantomīmus y éste del gr. παντóμιμος íd., compuesto con πĘς, παντóς ‘todo’; pantomímico [Acad. ya 1817]; pantomima [íd.].
Derivados de momo: moma; momear, momeador; momero; momería [1.ª mitad del S. XVI, Boscán].
1 Ni siquiera PAlc., que seguía a Nebr. paso a paso, reproduce el verbo mimar en su diccionario hispano-árabe.― ↩
2 Comp. la observación de Bluteau, que transcribo por la documentación que aporta: «Cam?es, Lus. II, 38, diz de Venus fallando a Júpiter, que andava entre risonha e triste, e que logo lhe fallou mais mimosa que triste, como se dissera: na? tendo tanta razƟo para estar triste como alegre, estava mimosa, id est, melindrosa e fingida. Este mesmo sentido dà Manoel de Faria no seu commento da CançƟo 1, estância 5, à palavra mimoso, de que usa o Poeta nestes primeiros versos: ‘Lagrimas e suspiros, pensamentos, / quem delles se queixar, fermosa Dama, / mimoso está do mal que por vós sente’, quer dizer que o queixar-se de penas por tal causa, sendo ellas gloriosas por ella, era queixar-se de sobrado, com ridículo melindre».― ↩
3 Quizá éste es el sentido de mimula en Cicerón: «venisti Brundusium in sinum quidem et complexum tuae mimulae» (Phil. II, 25, 61).― ↩
4 «Gralatores... se llamavan unos momos que por remedar en el bayle a las cruxias egipanas cavalgavan de pies sobre unos palos que tenían horquillas» APal. 184b, «los mimos o momos remedavan las cosas humanas... remedavan mugeres desonestas o rufianes» 195d; «momo, contrahazedor: mimmus; pantomimmus; momo, contrahazedora: mimma», Nebr. De ahí la frase hacerse momo ‘hacerse el sueco, el desentendido’, hablando de uno que llama a una puerta, en Vélez de Guevara, El Hércules de Ocaña, y otros ejs. en la ed. del Rey en su Imaginación de este autor, p. 136; luego como término del juego de cartas en Espinel (Fcha.) y en Aut. De ahí también el Dios Momo del teatro clásico. No poseo otras noticias de la ac. primera de Nebr. «momo, moneda antigua: numisma».― ↩
5 También cat. ant. mom íd.: «bastir castells / per bavastells, / moms e grans festes», Jaume Roig, v. 1487. Momos en el Tirant, ed. príncipe, cap. 220 (N. Cl. IV, 14). Val. moma ‘especie de comparsa popular’ (cuya descripción V. en Escrig).― ↩
6 Mom en este sentido en el catalán de Menorca (Ruiz i Pablo, Novel·l. Menorq. 7). ↩